En el 75 aniversario de la independencia de la India, la promesa de un país laico que garantizase un trato igualitario a las minorías queda en entredicho frente a las crecientes exigencias de la derecha encarnada en el primer ministro, Narendra Modi, de proclamar un Estado hindú.
Los horrores de la partición el 15 de agosto de 1947 del subcontinente entre la India, de mayoría hindú, y Pakistán, nación musulmana, desataron una de las mayores emigraciones de la historia y dejaron cerca de un millón de muertos masacrados por las comunidades mayoritarias de cada región.
MULTICULTURAL Y SECULAR
Frente a la creación de un Pakistán, literalmente el país de los puros, con el islam como cimiento de la identidad nacional, la India extendió una promesa a sus minorías.
«Recibirán un tratamiento justo y equitativo y no habrá discriminación de ninguna forma contra ellas», dijo en un famoso discurso el que se convertiría en el primer presidente del país, Rajendra Prasad, un día antes de la partida de los británicos tras 300 años en el subcontinente.
Unas garantías de secularismo, según la profesora de ciencias políticas Neera Chandhoke, que a diferencia del modelo de separación entre Estado e Iglesia propuesto por Occidente se tradujeron en la defensa de los derechos de las religiones minoritarias frente a la mayoría hindú, cerca del 80 % de la población.
El «mahatma» Gandhi «dijo muy específicamente que, en una India independiente, el Estado sería neutral hacia todas las religiones», explicó a Efe Chandhoke.
El carácter «laico» de la India no entró en la Constitución hasta 1976, durante los años de excepción conocidos como la Emergencia impuestos por la ex primera ministra Indira Gandhi, pero según la profesora «la neutralidad del Estado se daba por supuesta».
SECULARISMO BAJO ATAQUE
Aunque el secularismo del Gobierno indio siempre ha sido un «mito», afirmó a Efe la escritora e historiadora de la ciencia Meera Nanda, y las autoridades de este país siempre han caído en el «mayoritarismo» hacia la población hindú, nunca había estado tan en cuestión como ahora.
La llegada al poder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi en 2014 y la arrolladora victoria en las elecciones generales de 2019 han generado un clima de temor entre las minorías del país asiático, especialmente entre los musulmanes que forman casi un 15 % de la población.
La ideología hindutva que abandera el BJP, coloca al hinduismo en el centro del concepto de la India mientras las minorías se encuentran supeditadas a ellos.
En los últimos meses se han producido varios episodios de violencia interreligiosa con motivo de procesiones hindúes. La reciente prohibición del velo en centros educativos del sur desató manifestaciones entre la minoría musulmana, como ya lo hizo una ley de ciudadanía para dar la nacionalidad a inmigrantes irregulares procedentes de países vecinos calificada de discriminatoria al excluir a los musulmanes.
En este contexto, «secular» o «laico» se han convertido prácticamente en insultos lanzados por la derecha hindú.
«La derecha religiosa ha lanzado esta idea de que secularismo significa un tratamiento igual, y cualquier protección de los derechos de las minorías significa que no eres bastante laico», constató Nanda.
«Están pervirtiendo el mismo propósito por el que se ideó el secularismo indio», lamentó.
MIEDO A UN PAKISTÁN HINDÚ
Para el analista y biógrafo de Modi, Nilanjan Mukhopadhyay, el punto de inflexión para el nacionalismo hindú comenzó con la campaña pública para destruir una mezquita del siglo XVI en la ciudad de Ayodhya, en el estado norteño de Uttar Pradesh.
Esta mezquita construida por el fundador de la dinastía mogol, Babur, se alzaba sobre el lugar exacto donde nació el dios hindú Ram, según sus seguidores, y fue arrasada por una horda de fanáticos hinduistas en 1992 tras una campaña del BJP.
«El BJP dio un vuelco desde que comenzó la agitación por el templo de Ayodhya en 1984, y empezaron a crecer de verdad con la demolición de la mezquita en 1992», dijo Mukhopadhyay, hasta que logró desbancar al histórico Partido del Congreso en las elecciones de 2014.
Modi fue en 2020 el invitado de honor en una ceremonia religiosa durante la que colocó la primera piedra del polémico templo en honor al dios Ram, después de que el Tribunal Supremo permitiese su construcción tras siete décadas de litigio.
«Decidimos ser una sociedad multirreligiosa, a diferencia de Pakistán (…) pero nos estamos convirtiendo cada vez más en un Pakistán hindú. Ese es mi gran miedo», constató el analista.
David Asta Alares