Conocemos el fervor patriótico del Alcalde de Santiago, en su defensa de los intereses nacionales frente Haití. Un frenesí que nunca lo vimos cuando Leonel Fernández, adrede, congeló el Reglamento de Migración por seis años, con un representante del partido de Vincho Castillo, al frente de la Dirección de Migración. Nunca vimos el delirio nacionalista de Abel, cuando Leonel Fernández, para complacer al Señor Bermúdez le otorgó el contrato para construir la Universidad en Haití, por más de 50 millones de dólares, un Elefante Blanco que, hasta la fecha, esperamos, después de 10 años, la primera graduación.
Sale a flote el delirio electoral del precandidato Abel, porque busca posicionarse explotando el patriotismo que le hizo falta, cuando Caín Medina, con él en la presidencia de la Cámara de Diputados, y para enmendar la sentencia del Tribunal Constitucional, la 168-13, promulgó dos leyes, una de Regularización y, otra, de Naturalización de Extranjeros que le costaron al Estado dominicano más de ocho mil millones de pesos sin que el Estado haitiano haya gastado un millón de dólares en documentar a sus ciudadanos. Ambas leyes favorecían y facilitaban, por efecto llamada, el éxodo de haitianos a nuestro país, aprovechándose de las grietas institucionales, democráticas y políticas propias de esa nación en desbandada.
Buscan, tanto el PLD como Leonel Fernández, desgastar el Gobierno, escandalizando la Carnetización, pues así esconden todo el descrédito y la estigmatización heredadas de varias sentencias contra nuestra nación, por la Corte Internacional de los Derechos Humanos, las cuales nos condenaban por violaciones a los derechos humanos de los haitianos, fruto del fracaso en la geopolítica dominico-haitiana, tanto de Leonel Fernández como de Danilo Medina, en los últimos 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana.
Jugar al electoralismo con la geopolítica frente Haití es lo peor, en este momento, que le pudiera pasar a la República Dominicana, pues los partidos políticos y todo el liderato civil, empresarial y social deberíamos unirnos en la búsqueda de la cooperación y la solidaridad de los países afectados directa e indirectamente con la quiebra política, democrática, institucional, social y económica de Haití.
Pensemos en México, Chile, Panamá, Guatemala, Perú, Brasil, naciones afectadas, como varios países del Caribe, con la situación de derrumbe de esa nación. Pido dialogar el riesgo hemisférico que esto representa, más acá de montar un chisme por un carnet, cuando tenemos en varios países decenas de miles sin carnet, y aquí tenemos cientos de miles, sin ni siquiera su nombre.
