Nicosia.- Una década después de tener que imponer el primer «corralito» bancario en Europa, el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, deja la jefatura de Estado y Gobierno de la isla, sin que durante sus dos mandatos se haya resuelto el problema más acuciante, la división del país.
A las decimoterceras presidenciales de Chipre este domingo se presentan 14 candidatos, pero sólo tres, todos excolaboradores de Anastasiadis, cuentan con posibilidades de pasar a la segunda y decisiva vuelta electoral, que se celebrará en caso de que ninguno obtenga la mayoría absoluta en la primera.
Las últimas encuestas dan como favorito a Nikos Jristodulidis, exministro de Exteriores, quien mantiene una ventaja de 5 puntos porcentuales sobre sus dos rivales más próximos.
Averof Neofitu, líder del partido de Anastasiadis, el conservador DISY, y Andreas Mavroyiannis, quien fue mano derecha del presidente saliente en las negociaciones de paz con los turcochipriotas.
Los sondeos muestran a Jristodulidis como principal favorito para llegar a la segunda vuelta el 12 de febrero, mientras no ven todavía claro si será Neofitu o Mavroyiannis quien pase a la ronda decisiva.
El octavo presidente electo de esta isla, desde 1974 dividida entre el sur grecochipriota y el norte turcochipriota, será el encargado de retomar el diálogo de paz con los turcochipriotas y poner freno a los planes de Turquía que aspira a partir la isla oficialmente en dos.
Además, el nuevo presidente deberá reforzar la lucha contra la corrupción, algo que los candidatos prometieron durante los debates presidenciales.
Chipre, la tercera isla más grande del Mediterráneo, con una superficie de 9.251 kilómetros cuadrados, tiene el 36 % de su territorio ocupado por Turquía desde 1974.
De los 920.000 habitantes de Chipre (parte grecochipriota), están llamados a las urnas unos 560.000 y a pesar de que la ciudadanía está cansada por diversos escándalos de los últimos años, se prevé una alta participación.
Los temas principales de la campaña fueron la economía, las negociaciones de paz y la corrupción, incluyendo el escándalo de los denominados «pasaportes dorados», que irrumpió en 2020.
Se trataba de la venta de pasaportes a inversores con antecedentes penales, en mayoría rusos, que no cumplían los criterios necesarios para poder moverse libremente por la Unión Europea (UE).
En este sentido, analistas locales no acaban de entender la popularidad de Jristodoulidis, quien fue actor principal del Gobierno de Anastasiadis, considerado como uno de los ejecutivos más corruptos en la historia política de Chipre.
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Jristodulidis, de 49 años, se presenta como independiente, pese a ser miembro de DISY, y pese a que su partido ya había elegido como candidato a su propio líder, Neofitu, lo que causó una escisión en esta formación y la expulsión del primero.
En la campaña, Jristodulidis subrayó la importancia de un Gobierno de unidad nacional para lograr sobre todo la reunificación de Chipre.
Sus opositores cuestionan la honestidad de sus afirmaciones, pues Jristodulidis cuenta con el apoyo, entre otros, de DIKO y EDEK, dos partidos de corte nacionalista.