A un año de los Juegos Olímpicos de París, la capital francesa está plagada de chinches, que ya han pasado de invadir los hogares a ‘tomar’ el transporte público y colarse en los cines y hospitales. Los parásitos siembran el pánico entre los residentes locales y abruman a los profesionales de desinsectación, que afrontan un volumen de trabajo «sin precedentes».
El primer teniente de alcalde de París, Emmanuel Grégoire, declaró el jueves que se trata de «un problema endémico en todos los lugares públicos».
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«Esta es verdaderamente una emergencia nacional», afirmó, antes de advertir al día siguiente en una entrevista televisiva que «nadie es inmune».
«Las chinches son un problema de salud pública y deben ser declarados como tales. El Estado debe reunir urgentemente a todas las partes interesadas para implementar un plan de acción acorde a esta plaga, mientras toda Francia se prepara para acoger los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en 2024», escribió Grégoire en una carta dirigida a la primera ministra Élisabeth Borne, a la que ha tenido acceso Le Parisien.
El ministro de Transporte de Francia, Clement Beaune, anunció este viernes en X que la próxima semana va a reunir a los operadores de transporte «para informar sobre las medidas tomadas y hacer más por servir a los pasajeros», con el objetivo de «tranquilizar y proteger» a la población.
Las chinches reaparecieron en Francia en la década de 1990, y en los últimos años han infestado uno de cada diez hogares del país de promedio, independientemente del nivel de ingresos. Los insectos se alimentan por la noche, principalmente de sangre humana, suelen esconderse en colchones y se propagan a través de la ropa y el equipaje.