Los casos de tuberculosis en las cárceles en Paraguay han crecido en las últimas dos décadas desde un 5 % hasta un 22 %, según los registros nacionales de la enfermedad, una situación que ha creado un «efecto derrame» de contagios desde esos centros hacia la comunidad, alertó el epidemiólogo Guillermo Sequera.
Desde 2000 hasta 2021, explicó el especialista en una entrevista con EFE, el país contabilizó unos 3.300 casos anuales en promedio de la enfermedad, «a pesar de que creció el sistema de salud» y «mejoró el diagnóstico».
«De esos 3.000 casos de Paraguay, el 5 % estaba en las 18 principales prisiones en 2005, luego el 7 %, el 8 % y hoy -de los 3.000-, el 20 %, inclusive más, el 22 %, están en las cárceles. Eso quiere decir que los casos en la comunidad están bajando, pero crecen en las prisiones», explicó el funcionario, que observa en los penales «el motor de la epidemia».
Leer: Ex vicepresidente paraguayo cumple 78 años y casi tres años y medio en cautiverio
Paralelo al aumento de casos, acotó el ex director de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, la población carcelaria se duplicó entre 2010 y 2022, debido, entre otros, al aumento en la aplicación de las medidas de detención preventiva, lo que provocó hacinamiento.
Sequera mostró junto a un equipo de expertos que en ciertos casos de tuberculosis diagnosticados en las áreas metropolitanas de Asunción y de Ciudad del Este (fronteriza con Brasil y Argentina), el linaje del germen provenía de las dos cárceles más grandes del país.
El denominado «linaje de la prisión» se detectó en Tacumbú, prisión ubicada en la capital paraguaya, y en la Penitenciaría Regional de Ciudad del Este.
El experto y su equipo, integrado por Gladys Estigarribia y Sarita Aguirre, hicieron la «secuenciación del genoma completo» entre los casos positivos de tuberculosis, tanto de las dos cárceles como de sus ciudades, analizaron «el linaje» y siguieron la fuente de la enfermedad.
«Había un montón de gente que tenía tuberculosis y nunca había estado en prisión y el linaje que tenía era el linaje de la prisión», apuntó Sequera, una cuestión que describe como un «fenómeno de reservorio» en las cárceles y de «derrame» a la comunidad.
Este hallazgo fue publicado en 2020 en la revista científica británica Nature, un estudio que refiere que la clave del desbordamiento está en el «alto nivel de rotación de la población carcelaria».
No obstante, Sequera estima que la tasa de incidencia de tuberculosis en las cárceles podría ser mayor: «Esto es la punta del ‘iceberg'», dijo, aunque destacó que se conoce «la tendencia».
«Condenados» a tener tuberculosis incluso siendo libres
En otra investigación publicada en febrero de 2024 en la revista científica británica The Lancet, el equipo conformado por Sequera siguió a una cohorte de presos de 2013 hasta el 2021 y halló que la tasa de la enfermedad aumentaba «de 1.335 por cada 100.000 personas en el primer año de prisión a 8.455 por 100.000 personas después de 8 años».
Sequera explicó que si bien la incidencia de tuberculosis disminuye cuando un preso es liberado, «sigue siendo 10 veces más alta su probabilidad de tener tuberculosis comparado con el resto de la comunidad».
«Es como una condena de tener tuberculosis», lamentó.
«Al entrar a la prisión no solamente pierdes la libertad, sino que también te condenan a tener tuberculosis», incluso siendo libre, reflexionó Sequera, sobre los hallazgos de este estudio elaborado a partir de los datos del censo penitenciario de 2013.
Y lo «más grave» para este epidemiólogo es que cerca del 60 % de la población carcelaria en Paraguay está bajo prisión preventiva y «ya les están condenando a tener tuberculosis».
En 2020, según apuntó esta investigación, «la tasa de incidencia de tuberculosis en Paraguay fue de 48 casos por 100.000 habitantes, pero en el ámbito penitenciario superó los 3.000 casos por 100.000 habitantes».
Política de seguridad integral
La solución, para Sequera, debe ser una política de seguridad que garantice la atención integral de la salud de los reos.
«El Ministerio de Salud tiene que entender que la salud penitenciaria es un problema de salud pública», sentenció este investigador y catedrático, y consideró que para «cuidar de la tuberculosis a la comunidad», se debe trabajar en las prisiones.
También llamó la atención sobre «determinantes estructurales» en las cárceles, como el hacinamiento, la mala alimentación, la falta de ventilación, la insalubridad, que constituyen el «caldo de cultivo ideal para la tuberculosis».
Según las estadísticas del Ministerio de Salud, Paraguay es un país de «carga moderada» de tuberculosis, con una incidencia de 43,6 casos por cada 100.000 habitantes. Las comunidades indígenas -que representan menos del 2 % de la población- concentran el 12 % de los casos.
«La tuberculosis una enfermedad de los pobres», concluyó Sequera.