Este 30 de mayo de 2025 se cumplen 64 años del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo Molina, el dictador que durante 31 años gobernó la República Dominicana con brutalidad, represión y culto a su figura.
Hoy recordamios aquella noche de 1961, cuando un grupo de patriotas le arrebató el poder a quien lo había convertido en un trono de sangre, no solo cayó un hombre, sino que nació la esperanza de un pueblo que por décadas había sido silenciado, perseguido y humillado.
Este día debe seguir siendo, el Día de la Libertad Dominicana. Un símbolo nacional que nos recuerda que ninguna tiranía es eterna cuando existe voluntad, coraje y dignidad colectiva. Ese acto de justicia, impulsado por dominicanos que arriesgaron su vida por la patria, nos legó una responsabilidad histórica: nunca volver atrás. Nunca permitir que el miedo o el poder absoluto dominen la palabra, la verdad o el derecho a disentir.
Hoy, seis décadas después, nuevas amenazas se alzan —más sutiles, pero igualmente peligrosas— contra el derecho sagrado a la libertad de expresión. Desde propuestas de leyes que buscan regular, restringir o condicionar los medios digitales, hasta discursos disfrazados de orden que intentan controlar el flujo de información en nombre de la “seguridad” o la “buena moral”, los ecos del autoritarismo no han desaparecido: simplemente han aprendido a maquillarse mejor.
Pero los medios digitales, las plataformas independientes y el periodismo libre son los nuevos centinelas de la democracia. Callarlos, censurarlos o atarlos con leyes mordaza es traicionar el sacrificio de los hombres del 30 de mayo, es negar el derecho de cada ciudadano a informarse y expresarse sin temor a represalias.
La libertad de prensa y la libertad de expresión no se negocian, no se limitan, no se subordinan al poder político, económico o religioso. Son pilares fundamentales de cualquier democracia real. Y cuando estos derechos son puestos en duda o amenazados, el deber de la ciudadanía —y de la prensa— es levantar la voz, recordar la historia y decir con firmeza: no más silencio, no más control, no más dictadura, de ningún tipo.
Hoy rendimos homenaje a los héroes del ajusticiamiento de Trujillo. Pero también levantamos la bandera de la vigilancia activa frente a cualquier intento de volver al pasado. El mejor tributo que podemos rendirle a la libertad conquistada es defenderla con la misma valentía con que fue recuperada.