El papa Francisco abordó este martes el controvertido tema de la homosexualidad y la posición de la Iglesia católica al respecto. En diálogo con la agencia Associated Press, abogó por la necesidad de distinguir entre lo que se considera un crimen y un pecado.
«Ser homosexual no es un delito. No es un delito, pero sí es un pecado. Bien, pero primero distingamos entre un pecado y un crimen. También es pecado faltar a la caridad con el prójimo», aseguró.
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Aunque el sumo pontífice comparte la postura del Vaticano, que considera los actos homosexuales como «intrínsecamente desordenados», califica de «injustas» las leyes que penalizan o criminalizan la homosexualidad en algunas partes del mundo.
Francisco reconoció el apoyo de algunos obispos en diferentes partes del mundo a las legislaciones que van en contra de los derechos del colectivo LGBTIQ+. Atribuyó esa posición a antecedentes culturales e invitó a esos miembros de la Iglesia a pasar por un «proceso de conversión» para que reconozcan la dignidad de todos por igual.
Dios ama a todos sus hijos por igual, recordó el papa, reiterando la necesidad de no marginar y de tratar con respeto a los homosexuales, y de darles la bienvenida a la Iglesia, la cual puede y «debe» trabajar para poner fin a cualquier ley o acto discriminatorio.
«Todos somos hijos de Dios, y Dios nos ama tal como somos y por la fuerza con la que cada uno de nosotros lucha por nuestra dignidad», concluyó.