Un tribunal del Reino Unido ha condenado a tres ciudadanos búlgaros por espionaje para Rusia en lo que se considera una de las mayores operaciones de inteligencia extranjera descubiertas en el país. Durante el juicio, se reveló que la red de espías planeó asesinar al periodista búlgaro Christo Grozev y a su colega ruso Roman Dobrokhotov utilizando métodos extremos, incluyendo un atentado suicida y un secuestro con destino a un campo de tortura en Siria.
Los periodistas afectados, conocidos por sus investigaciones sobre las operaciones encubiertas de Moscú, afirmaron que agentes rusos los han seguido en distintos países de Europa desde 2020. Según Grozev, uno de los planes para asesinarlo consistía en contratar a un terrorista suicida del Estado Islámico (ISIS) para detonar una bomba cerca de él en la calle. Otro método propuesto involucraba secuestrarlo y trasladarlo a Siria, mientras que un impostor con una máscara de látex que imitara su rostro viajaría a Rusia para ser arrestado ante las cámaras.
“Sus planes eran terribles, no sólo la vigilancia, sino también el secuestro para llevarme a Moscú”, declaró Grozev a Radio Free Europe/Radio Liberty (RFE/RL). “Planeaban una muerte horrible con métodos más allá de cualquier imaginación”.
Los periodistas han estado en la mira del Kremlin desde que expusieron la implicación de Rusia en ataques con agentes nerviosos, como el envenenamiento del disidente Alexei Navalny en 2020 y el intento de asesinato del ex espía Sergei Skripal en Salisbury en 2018.
El caso se destapó en febrero de 2024, cuando las autoridades británicas arrestaron a Vanya Gaberova (30 años), Katrin Ivanova (33 años) y Tihomir Ivanchev (39 años), acusados de espiar para la Rusia de Putin. Además, se identificaron otros tres búlgaros involucrados: Orlin Roussev (47 años), Biser Dzhambazov (43 años) e Ivan Stoyanov (34 años). La célula operaba desde una antigua casa de huéspedes en Great Yarmouth, Norfolk.
El espionaje estaba dirigido desde Moscú por Jan Marsalek (44 años), un ciudadano austríaco buscado por fraude financiero en el escándalo de Wirecard y señalado como intermediario de la inteligencia rusa. Marsalek habría comunicado a Roussev en 2020 que Vladimir Putin consideraba a Grozev un “objetivo prioritario”.
Entre los métodos de asesinato discutidos por los espías, se mencionó también envenenar a Dobrokhotov con ricina en las calles de Londres o asesinarlo con el agente nervioso VX, utilizado en el homicidio de Kim Jong-nam, hermano del líder norcoreano Kim Jong-un. En un mensaje interceptado, Marsalek rechazó la idea de fingir un accidente en la ducha y propuso algo “más simbólico”, sugiriendo: “Quemarlo vivo en la calle o rociarlo con un ácido extremadamente potente”.
Seguimiento, allanamientos y peligro latente
La persecución a los periodistas no se limitó al Reino Unido. Grozev denunció que agentes entraron a su apartamento en Viena en 2022, cuando su hijo estaba en casa jugando a un videojuego. “No quiero imaginar qué hubiera pasado si él hubiese salido de su habitación en ese momento”, afirmó.
Dobrokhotov, editor del portal de investigación The Insider, también ha sido víctima de vigilancia extrema. En una ocasión, un agente ruso sentado junto a él en un avión logró captar su código PIN del teléfono. Su trabajo ha sido crucial en la identificación de espías rusos, lo que ha llevado a sanciones contra más de 80 empresas y 60 personas vinculadas al Kremlin.
Tras la desarticulación del grupo búlgaro, la inteligencia británica advirtió a Dobrokhotov sobre una segunda red de espionaje rusa operando en territorio británico. “Comprendí que después de la detención de los búlgaros, debía haber una atención continua hacia mí y Christo, porque no detuvimos nuestro trabajo (…) Sabíamos que después del arresto del primer equipo, la tarea continuaría, y ahora está en manos del GRU (inteligencia militar rusa)”, declaró el periodista.
Las autoridades británicas consideran que las operaciones de espionaje rusas representan una amenaza constante contra disidentes y periodistas.
Un portavoz de la Policía Antiterrorista señaló que el Reino Unido mantiene una vigilancia estricta sobre cualquier actividad de injerencia extranjera y ofrece apoyo de seguridad a las personas en riesgo: “Hemos realizado una serie de arrestos y presentado cargos bajo la Ley de Seguridad Nacional. Alentamos a cualquier persona que tenga sospechas de interferencia extranjera a informar a su policía local”.
Por su parte, Grozev, quien actualmente vive en Estados Unidos, reconoció que su salida de Europa se debió a la persistente amenaza. “No puedo regresar a Viena porque se ha convertido en un lugar demasiado peligroso para mí”, aseguró.
Dobrokhotov, refugiado en el Reino Unido con su esposa e hijos, también toma precauciones extremas, aunque admite que la incertidumbre es uno de los mayores temores. “Es lo peor, no saber si preocuparte o relajarte. Ahora lo sabemos con certeza: los intentos de matarnos continúan”.