En 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 29 de noviembre como el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, se eligió específicamente esta fecha puesto que el 29 de noviembre de 1947 la misma institución había aprobado la resolución 181 (III) donde se propuso la partición de Palestina, con más de la mitad para que los judíos que migraron a esta tierra formaran su propio Estado, y el resto para los árabes palestinos originarios de Palestina, todo ello sin el consentimiento de la población autóctona.
Al establecerse únicamente el Estado de Israel en 1948, comenzó la catástrofe (Al Nakba) con la que el ejército de Israel desplazó violentamente a tres cuartas partes de la población originaria de sus tierras, dando inicio a la crisis de refugiados prolongada más larga de nuestros tiempos. Tomó treinta años para que la ONU reflexionara sobre el error cometido.
Este año se cumplen cuarenta y seis años de conmemorar esta fecha y recordar, al menos un día del año, que la cuestión Palestina sigue sin resolverse.
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Todavía hay un pueblo al cual se le niega su derecho a la autodeterminación y al que se intenta de todas las formas posibles deshumanizar y erradicar por la potencia ocupante. Más de 75 años de lucha por la liberación, sumado a la incesante carga de intentar convencer al mundo de nuestra humanidad y del derecho a vivir y de resistir para sobrevivir.
Los Estados miembros de las Naciones Unidas se jactan de estar a favor de la paz y de la solución de dos Estados, pero muchos pecan por omisión, no hay sanciones a la ilegal potencia ocupante e incluso hay países que siguen sin reconocer a Palestina como Estado, ¿cuántas desgracias más debe vivir la población palestina para que tome acción la comunidad internacional? La respuesta a la cuestión palestina si existe, pero será resuelta cuando las potencias que la impiden por sus intereses egoístas, se rectifiquen hacia el respeto del derecho internacional y humanitario.
A pesar de la poca o nula acción de algunos gobiernos, las muestras de solidaridad con la justa causa Palestina se han exhibido en todas partes del mundo sin importar raza, idioma, ideología o religión.
Las palabras de aliento, marchas, protestas, publicaciones audiovisuales, manifestaciones artísticas, escritos, cartas abiertas, entre muchas otras formas de apoyo, han incrementado a raíz del último suceso que ha acabado con la vida de más de 15 mil palestinos en la Franja de Gaza, entre ellos más de 6 mil niños y 4 mil mujeres, resultado de los ataques indiscriminados del Ejército de Israel hacia la población civil inocente palestina.
No se necesita ser palestino ni árabe ni de ninguna religión para empatizar y solidarizarse con el pueblo palestino, solo se necesita ser humano.
Quienes se han pronunciado de alguna manera a favor de la población palestina, en pro de la verdadera paz y de la humanidad, la historia les recordará por su valentía al permanecer en el lado correcto, el de la vida.
Esas personas que no necesitan que sea 29 de noviembre para hablar sobre Palestina, su derecho a la autodeterminación y abogan por el fin de la agónica colonización ilegal, ¡gracias! por añadir su granito de arena para que un día, al fin, se llegue a la solución.
Todas las personas en el mundo pertenecemos a una misma raza, la humana. Absolutamente todos sangramos igual, de color rojo, todos sentimos, tenemos sueños y valores, lloramos por los que nos dejan y necesitamos las mismas condiciones de existencia para gozar de una vida digna.
Ninguna forma de racismo o discriminación, ningún sistema de hostigamiento y segregación debe permanecer en un mundo civilizado que posee reglas claras que se aplican a todos los miembros de la comunidad internacional, sin excepción.
Anhelamos el día en que se concluyan las conmemoraciones del día internacional de solidaridad con el pueblo palestino y se comience a celebrar la independencia del Estado de Palestina, gozando de todos los derechos a los que se le ha sido forzosamente negado por tres cuartos de siglo a manos de Israel, los que en algún momento recibieron refugio solidario en la tierra que luego ocuparon ilegalmente.
