Sobrevivientes al cáncer (1-4)
Asegura que su enfermedad fue una bendición y el empujón que necesitaba para emprender
Santo Domingo.- Inesperadas y destructoras, así son las enfermedades catastróficas una vez que llegan a tu vida, tienes dos opciones, dejar que te consuman o salir de lo más profundo y resurgir como el ave fénix.
Estas no solo te perjudican a ti, sino que destruyen todo a su paso, pero gracias a ellas, tenemos historias maravillosas que merecen ser contadas para servir de inspiración a aquellos que están en sufrimiento.
Esther Paulino es madre de tres chicos, maquilladora profesional y es de Haina, provincia San Cristóbal ¿Cuál es su historia? Sobrevivió al cáncer de mama.
Hace tres años dio a luz a su hija más pequeña que nació prematura, tras el parto notó una deformidad en uno de sus senos, cuando preguntó a una de las enfermeras que la atendían, esta le dijo que podría ser por el cúmulo de leche materna, pero a medida que pasaban los días su situación no mejoraba por lo que decidió acudir a su ginecóloga quien le realizó una sonomamografía y noto anomalías, de inmediato fue referida a un oncólogo.
“Recuerdo el miedo que sentí al escuchar la palabra oncólogo”, cuenta.
Decidió rápidamente hacer la cita en el médico y unos días más tardes estaba sentada recibiendo la noticia que le cambiaría la vida: padecía cáncer de mama y que era necesario tratarlo lo antes posible.
“En ese momento sentí un nudo en mi garganta y un miedo terrible a morir y dejar a mis niños. Tenía un pequeño negocio de uñas acrílicas y me informaron que debía dejarlo ya que posiblemente el monómero era lo que me había ocasionado el cáncer”, relata.
Luego de recibir la noticia, comenzó la verdadera batalla, sin empleo y enferma. Esther se había quedado sin cabello, su piel había cambiado y bajaba rápidamente de peso.
“Recuerdo estar en cama y escuchar a mi niño preguntar porque estaba fea y delgada, yo simplemente no sabía qué responder. En medio de mi desesperación por mejorar mi apariencia física durante el proceso para no causar traumas a mis niños y evitar que me recordarán desaliñada, comencé a mirar tutoriales de maquillaje en YouTube para aprender a maquillarme y así fue como empecé”.
Luego de terminar su tratamiento y con deseos enormes de salir adelante, comenzó a maquillar a sus amigas a bajo costo y guardaba ese dinero para poder costear un curso de maquillaje profesional.
Gracias al apoyo que recibió de los que estaban a su alrededor, pudo pagar el taller, por lo que tenía un nuevo objetivo: poner su propio estudio, pero con las cuentas de banco en cero.
Decidió arriesgarse y acudió a una plaza de la capital a buscar trabajo como maquilladora, gracias a su potencial pudo conseguir el empleo y luego de un año tratando de reunir el dinero, puso su propio negocio.
Luego de todo esto, Esther Paulino se convirtió en maquilladora certificada de efectos especiales acreditada por la Dirección Genera de Cine (DGCINE) por lo que ha tenido la oportunidad de trabajar en el cine dominicano y establecer su propio negocio.
Se define como una mujer fuerte y emprendedora y entendió que su enfermedad solo fue el medio que Dios usó para que entendiera lo fuerte que era.
“Puedo llegar tan lejos como me lo proponga, mi enfermedad no fue una maldición, solo fue parte del proceso de crecimiento espiritual, personal y profesional”.
Esther es una verdadera guerrera, una mujer con una fe inmensa que cada día da gracias a Dios por cada cosa que le sucede.
Todos los días reconoce al creador por permitirle estar viva e inspirar con su historia a jóvenes de escasos recursos. “Cuando se quiere se puede sin necesidad de hacer cosas deshonrosas”.
Color favorito
El verde, porque representa la esperanza de que, aunque las cosas en el momento no estén del todo bien mañana podrá estar mejor.
Su talento
Es embellecer y resaltar los atributos de sus clientes; jugar con los pinceles y crear arte en el rostro y cuerpo de las personas.
Dato curioso
Para llegar a pagar su primer curso de maquillaje, hizo de todo un poco, hasta desyerbar los patios de algunos vecinos.
