Estambul.- Los seis cazadores españoles retenidos en Turquía durante un mes bajo la acusación de haber herido de un disparo a un hombre durante una batida, un cargo que rechazan, han abandonado este lunes Estambul con destino a Madrid, según confirmó uno de ellos, Luis García, a EFE momentos antes del despegue.
«Estamos ya subiendo al avión», dijo García, confirmando que habían pasado todos los controles, después de un mes de esperar a que se levantara la medida cautelar que les prohibía abandonar Turquía.
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La restricción fue levantada hoy gracias a la intervención de la Embajada española y tras llegar los demandados a un acuerdo con la Fiscalía y el pago de una indemnización al demandante.
Francisco López, Carlos Soto, Enrique de la Riva, Francisco Javier Soto, Juan Jarillo Gómez y Luis García llegaron a Turquía el 30 de enero para pasar cuatro jornadas cazando jabalíes en la provincia de Malatya, en el sureste de Anatolia.
Fue en la última jornada de la cacería, el día 3 de febrero, cuando todo se torció, relata a EFE uno de los cazadores, el abogado Francisco López, en una conversación en Estambul, antes de partir hacia el aeropuerto.
«Ese día, uno de nosotros, Enrique, vio a dos personas que estaban dentro de la zona de caza. Avisó a los forestales, pero cuando llegaron ya no estaban esas dos personas. Al rato llegó la policía, nos dijo que se había producido un accidente y que había un lesionado», explicó López.
Tras una noche en comisaría, los seis españoles tuvieron que declarar en el juzgado de Malatya, donde quedaron en libertad con cargos por una denuncia de lesiones, con la restricción de no poder abandonar el país.
Según el informe médico, el demandante, un chico joven al que los acusados no llegaron a ver nunca, tenía «un raspón en la cabeza que tardó en curarse cuatro días», y que fue hospitalizado tras caminar a su casa desde el lugar del accidente.
Con estos datos, opina López, es imposible que la herida fuera causada por una bala de rifle como los que él y sus compañeros usan para la caza mayor, de efectos mortales si rozan la cabeza.
«El informe del hospital dice que el lesionado asegura que es de bala, pero que puede ser de este o de otro origen. Quizás fueran perdigones de otra gente que caza allí, nos encontramos restos de vainas por todo el campo. Lo que no pudo ser es una bala nuestra; la propia policía dice en sus informes que es imposible», señala López.
La Fiscalía de Malatya mantuvo la acusación y denegó también la petición de fianza, por lo que los acusados decidieron llegar a un acuerdo con el abogado del demandante, por una cuantía económica que prefieren no revelar, al ver, asegura López que «la única manera de salir de aquí era pagar».
López y sus compañeros no se explican la actitud del fiscal provincial, y menos que mantuviera las restricciones, cuando ya la propia Fiscalía general de Turquía, alertada a través de los canales diplomáticos por la Embajada española, presionó para que las levantara.
«Puede ser por animadversión a los extranjeros. O por animadversión a los cazadores. Yo no lo sé. O que esté mal de la cabeza. Es inexplicable que tenga a seis personas un mes sin poder volver a su casa por lo que en el peor de los casos sería un delito de imprudencia: no hay dolo, no hay intención», se queja el jurista.
El permiso de salir ni siquiera llegó una vez concluido el acuerdo con la parte demandante, que contó con el visto bueno del fiscal, que prometió retirar el caso si las partes se ponían de acuerdo, pero no firmó el fin de las restricciones.
López cree que pese a que la Embajada española «ha hecho todo lo posible», la presión del propio Gobierno turco solo surtió efecto después de publicar el domingo la prensa española un comunicado de los cazadores, lo que causó un escándalo público.
El cazador destaca el buen trato recibido por la población local de Malatya, con la que no hubo ningún conflicto, pero no cree que vaya a volver a elegir Turquía como destino de vacaciones en mucho tiempo.
«Mucho tiene que cambiar este país y mucho tenemos que cambiar nosotros. Yo creo que nuestras familias tampoco nos dejarían. Ha sido una experiencia muy mala. Y muy larga», dice López. «Aunque nunca se sabe».