Un proyecto para inaugurar un templo dedicado a Lucifer cerca de la ciudad brasileña de Porto Alegre, con una estatua de 5 metros de altura de un demonio alado, ha provocado gran revuelo y críticas entre las autoridades locales y la comunidad.
La escultura, hecha de cemento y de más de una tonelada de peso, se encuentra en un santuario privado de cinco hectáreas en un área rural del municipio de Garavataí perteneciente a la Nueva Orden de Lucifer en la Tierra, una corriente de la religión afrobrasileña Quimbanda que cuenta con un centenar de seguidores.
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Lukas de Bará da Rua, uno de los líderes de la agrupación, explicó a EFE que el templo será utilizado exclusivamente por los fieles para retiros espirituales en los que se ahondará en el estudio de los demonios. «Para nosotros, son dioses que las iglesias cristianas demonizaron en busca de un enemigo, de alguien a quien culpar por las fallas humanas», afirmó, subrayando que no promueven el culto a la maldad y que «el bien y el mal están dentro de cada persona».
La noticia sobre la apertura del santuario desató tanta polémica en la comunidad que un tribunal prohibió de forma cautelar la inauguración, prevista para el miércoles, bajo pena de una multa diaria de 50.000 reales (alrededor de 9.100 dólares).
Las autoridades afirman que la resolución se basó en la falta de permisos para el funcionamiento del lugar y la «inseguridad generada ante la gran repercusión» de la noticia. Por su parte, el grupo religioso apeló la decisión judicial, argumentando que se trata de un proyecto privado realizado con dinero propio, y denunció haber recibido amenazas y ser víctimas de «intolerancia religiosa».