Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco considera «un problema casi satánico» la violencia que sufren las mujeres, también en sus propios hogares, explicó este domingo en un programa de televisión en el que escuchó a una víctima de malos tratos.
«Es muy grande el número de mujeres agredidas y abusadas en casa, también por el marido, es un problema que para mi es casi satánico porque supone aprovecharse de la debilidad de quien no puede defenderse, que puede solo parar los golpes, es humillante», sostuvo.
El pontífice recibió en el Vaticano a una mujer maltratada que perdió su casa y su trabajo por la pandemia, a una sintecho, a una joven y a un preso, en el programa «Francisco encuentra a los últimos», emitido esta noche en Canale 5 de Mediaset.
La primera, Giovanna, narró al papa su experiencia abandonando su domicilio con sus cuatro hijos a causa de la violencia y el papa la consoló y denunció cualquier tipo de agresión.
«Ya es humillante cuando un papá o una mamá da un tortazo a un niño, siempre digo de no se haga, porque la dignidad es la cara», indicó, para poner después como ejemplo a esta mujer de «dignidad» y de «resistencia a las calamidades».
«Yo percibo la dignidad porque si no la tienes no estarías aquí. Porque tienes la dignidad en la cara. Un rostro de sufrir pero de quien lleva adelante la vida, la suya y la de sus hijos. Estás en camino… tú estás aún en pie», la animó.
Francisco también tuvo palabras para María, una mujer sintecho que durante años vivió en la calle y que ahora reside en Palacio Migliori, un centro de acogida próximo a la plaza de San Pedro del Vaticano y cuya apertura fue deseo del propio pontífice.
En su opinión, «el golpe más duro de la sociedad es el de ignorar el problema ajeno, la indiferencia», apuntó, al escuchar su testimonio.
«Estamos entrando en una cultura de la indiferencia en la que tratamos de alejarnos de los problemas, del hambre, del dolor, de la falta de trabajo… y con esta pandemia los problemas han aumentado», indicó.
Porque la crisis ha generado lo que denominó «la crueldad sobre la crueldad», la que ejercen «los usureros» con los más perjudicados por la pandemia: «Los pobres y necesitados caen en las manos del usurero y lo pierden todo, porque estos no perdonan», avisó.
Asimismo escuchó el caso de Pierdonato, un condenado a cadena perpetua y que lleva veinticinco años en prisión, tiempo en el que con el estudio y la reflexión asegura haber comprendido sus errores.
El pontífice insistió en defender el objetivo para la redención y la reeducación de los sistemas penitenciarios: «Por eso la Iglesia está en contra de la pena de muerte», alegó.
Porque, aclaró, «una cárcel sin ventana no funciona, es un muro, pero una ventana existencial, que haga pensar ‘yo se que saldré’. La cárcel debe tener ventanas».