Venecia.- La actriz Anya Taylor-Joy se convierte en un fantasma en un Londres de los Sesenta invadido por la música y los bares en el thriller «Last night in Soho», presentado hoy fuera de concurso en la Mostra de Venecia.
La película, de Edgar Wright, director de «Zombies Party» (2004) o «The world’s end» (2013), se presenta como un thriller psicológico para narrar la historia de Eloise (Thomasin Harcourt McKenzie), una joven que se muda a Londres siguiendo sus sueños de convertirse en diseñadora de moda.
Sin embargo el glamour que imaginaba pronto queda empañado por un aura mucho más oscura, al entrar en contacto con la historia de una fantasmagórica mujer que vivió en la capital londinense en los Sesenta, interpretada por Taylor-Joy.
Una historia de fantasmas e intrigas acompasada por una potente banda sonora y animadas por numerosas coreografías.
La actriz estadounidense, con ascendencia argentina y española, fue una de las protagonistas de esta cuarta jornada del festival italiano, sobre todo después de su papel como maestra ajedrecista en la miniserie de Netflix «The Queen’s Gambit» (2020).
Para ella, fue «fantástico» rodar con todas esas canciones de esa década porque fueron las mismas que le apasionan en su vida privada y uno de los retos fue bailarlas delante de la cámara.
La joven ha emprendido un rápido ascenso a la fama pero, preguntada al respecto, restó importancia a ese camino porque es algo que le pasa a todo el mundo.
«La dificultad de pertenecer a un lugar o espacio es un reto que afrontamos todos cuando vamos a la escuela de niños o al trabajo por primera vez, creo que es una sensación universal», defendió.
Taylor-Joy aseguró que al principio no conocía a nadie dentro de la industria cinematográfica pero tenía claro que «quería formar parte de ese mundo».
«Lo importante era estar en el lugar y momento apropiado, no sabía como hacerlo, pero al final encontré mi historia», señaló.
El realizador explicó que su idea de realizar la película nace de su deseo de rodar una historia ambientada en el corazón de Londres, su «casa adoptiva» durante el último cuarto de siglo y sobre todo en su barrio Soho, centro de la vida en aquellos años Sesenta en los que las bandas proliferaban continuamente.
Y como tema central, hay una advertencia contra la nostalgia y el peligro que entraña al impedir en ocasiones a las personas apreciar lo que tienen delante.