Asciende a 41 número de reclusas fallecidas, mientras que otras siete resultaron heridas, en un motín registrado este martes en el Centro Femenino de Adaptación Social (Cefas), cárcel ubicada en Támara, departamento de Francisco Morazán, en Honduras.
El portavoz del Ministerio Público, Yuri Mora, confirmó a periodistas que «41 reclusas han fallecido por el momento, la mayoría están calcinadas», pero la cifra final se conocerá cuando concluya el levantamiento de los cadáveres.
Hasta ahora, ninguna autoridad del Instituto Nacional Penitenciario (INP) de Honduras ha informado la cantidad de personas fallecidas ni heridas.
La presidenta de la Asociación de Familiares de Privados de Libertad, Delma Ordóñez, dijo a los periodistas que la reyerta y el incendio en el Cefas ocurrieron supuestamente después de que las autoridades notificaron nuevas reglas al interior de la cárcel.
La viceministra de Seguridad, Julissa Villanueva, ordenó una «intervención inmediata» en la prisión tras declarar una emergencia por la riña y aseguró que las autoridades «no vamos a tolerar actos vandálicos ni tampoco irregularidades».
Villanueva dijo que la reyerta es «producto de las acciones del crimen organizado» en respuesta a la intervención anunciada por las autoridades en las cárceles de Ilama, en Santa Bárbara, en el occidente del país, y de La Ceiba, en el Caribe.
En Cefas se ha «reactivado el vandalismo y mujeres, con armas y pasamontañas, generaron quemas», pero el fuego ya fue controlado por el Cuerpo de Bomberos de Honduras, señaló Villanueva, que ha sido designada por la presidenta hondureña, Xiomara Castro, para liderar una intervención de las cárceles del país.
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Las autoridades hondureñas anunciaron el pasado 18 de abril un conjunto de medidas para poner orden en las cárceles del país que implican el bloqueo de llamadas de móviles, un desarme real de los presos y la clasificación de los reos por peligrosidad.
Desde abril, una decena de tiroteos o enfrentamientos se han registrado en las cárceles de Honduras, donde impera la sobrepoblación y el hacinamiento, la falta de instalaciones físicas adecuadas y seguras para el alojamiento de los reclusos, y las condiciones de higiene y salubridad son deplorables. EFE