Tasunka Witko (pronunciado tashunka witko, literalmente ‘El Caballo Loco’ en lengua siux o ‘Caballo Loco’ en su traducción del inglés Crazy Horse; c. 1840-5 de septiembre de 1877) era el jefe de los siux oglala, una tribu indígena de América del Norte notable por el valor de sus guerreros en las batallas. Reconocido por su propio pueblo como un dirigente visionario comprometido con la preservación de las tradiciones y los valores siux, indujo a su pueblo a una guerra contra los blancos para recuperar sus tierras.
Su nombre, Caballo Loco, le fue dado por soñar con un caballo salvaje. Antes de cumplir los 12 años ya había matado su primer búfalo y montaba su primer caballo.
Cuando los colonos y el ejército de Estados Unidos se lanzaron a la invasión del territorio indígena en las llanuras centrales, Caballo Loco, junto con Toro Sentado y Nube Roja, formó una alianza con otros pueblos nativos para combatir a los invasores estadounidenses. Dotado de gran capacidad táctica y destreza en el combate, infligió una dura derrota a los soldados estadounidenses en la denominada masacre de Fetterman (1866). La presión de los colonos (buscadores de oro, cazadores de búfalos) y los constantes enfrentamientos que provocaron con los indígenas, indujeron al Gobierno de Estados Unidos a firmar un tratado de paz (Tratado del fuerte Laramie en 1868), por el que asignaba a lakotas y cheyenes terrenos propios bajo su jurisdicción autónoma. Sin embargo, Caballo Loco no aceptó el acuerdo, marchando con su pueblo fuera de la gran reserva sioux fijada por el gobierno.
Para someter a este y otros pueblos situados fuera de los límites, el gobierno emprendió una amplia campaña militar en 1876, en la que se produjeron las victorias indígenas de Rosebud River y Little Bighorn (1876), en la que moriría el famoso general Custer.
Aquel día, un Caballo Loco convertido ya en jefe de los siouxs oglala acabó, junto a Toro Sentado, con el Séptimo de Caballería del mal llamado general Custer (pues era teniente coronel). Un hombre enviado por los EE.UU. para obligar al jefe indio a pasar el resto de su vida lejos de territorios que, desde siempre, habían sido de su tribu. Con todo, lo cierto es que Cabellos Largos (como le conocían los nativos) no solo no consiguió vencer a aquellos pieles rojas, sino que murió con sus hombres tras lanzarse como un verdadero cafre con poco más de 200 jinetes contra 1.200 nativos.
La presión del ejército estadounidense obligó a Caballo Loco a rendirse, siendo confinado en Fort Robinson. A las pocas semanas, el 5 de septiembre de 1877, murió asesinado a bayonetazos.
Caballo Loco fue un genio militar que logró vencer a Custer en Little Big Horn; un líder carismático que dirigió a sus hombres contra los « wasichus » (hombres blancos) que querían conquistar las tierras de los pieles rojas y, además, un bravo guerrero que se lanzaba contra sus contrarios al grito de «¡Hoka Hey!» («¡Hoy es un buen día para morir!»).
Caballo Loco fue un jefe indio que cambió la historia de los Estados Unidos al infligir al país una de las mayores derrotas del Siglo XIX. Sin embargo, no murió como un bravo guerrero debe y como él hubiera querido: combatiendo hasta desfallecer contra sus enemigos. Por el contrario, dejó este mundo después de que un soldado del ejército norteamericano le clavara una bayoneta a traición, y por la espalda.