Santo Domingo.- «Aquellos que tienen su madre quiéranla y consérvenla porque es lo más grande que hay”, fueron las sentidas palabras del señor Bernardo Céspedes, uno de los ciudadanos que visitaban los restos de su madre en el Cementerio Nacional Máximo Gómez en Santo Domingo.
Con la voz entrecortada y una expresión de profunda tristeza, Bernardo expresó el dolor que siente cada vez que acude a este lugar para honrar la memoria de su madre.
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A su lado, la señora Leída María Reinoso se encontraba en una situación similar. Con flores en las manos y el corazón cargado de recuerdos, Leída visita la tumba de su madre regularmente, una tradición que le brinda consuelo en su pérdida.
El Cementerio Nacional Máximo Gómez, testigo de innumerables historias de amor y pérdida, se llenó de personas que, como Bernardo y Leída, acudieron a rendir homenaje a sus madres fallecidas. En un ambiente de respeto y solemnidad, los visitantes depositaban flores, limpiaban lápidas y dedicaban oraciones a quienes ya no están físicamente presentes, pero cuyo amor perdura.
Cada visitante tenía su propia historia, marcada por el dolor de la ausencia y la necesidad de recordar. Las palabras de Bernardo resonaron en muchos, recordándoles la importancia de valorar a sus madres mientras aún las tienen.
El día transcurrió entre suspiros y silencios, en una mezcla de tristeza y gratitud. Para muchos, este acto de recordar y honrar a sus madres es una forma de encontrar paz y mantener viva la conexión con ellas. Mientras tanto, las palabras de Bernardo quedarán grabadas en la memoria de quienes lo escucharon, un recordatorio del valor incalculable de una madre.