Yuba.- Doce personas murieron y cinco niños fueron secuestrados hoy en un ataque perpetrado por jóvenes armados del grupo étnico murle, que asaltaron un convoy de ciudadanos que regresaba de un campo de refugiados etíope, informaron este miércoles fuentes oficiales.
Según las autoridades gubernamentales del condado nororiental de Akobo, en el estado de Jonglei, en el este de Sudán del Sur, los hechos tuvieron lugar esta tarde, cuando el convoy retornaba procedente del país vecino.
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«Un grupo armado de jóvenes del grupo murle atacó un convoy que incluía a un grupo de retornados a la región de Akobo, procedente de uno de los campamentos etíopes debido a la falta de alimentos», dijo a EFE la ministra de Información y portavoz del gobierno del estado de Jonglei, Elisabeth Nyadak.
Nyadak afirmó que «el ataque ocurrió esta tarde y tuvo como resultado la muerte de 12 retornados, entre ellos 5 mujeres, 4 niños y 3 jóvenes desarmados, y 5 niños fueron secuestrados por los atacantes», sin aportar detalles sobre su presunto paradero.
La ministra indicó que el condado de Akobo ha estado expuesto últimamente a repetidos ataques de jóvenes armados de la etnia murle, que «aterrorizan la seguridad de los ciudadanos».
Asimismo, pidió al gobierno federal y a la administración de la región del Gran Pibor, que gestiona la zona afectada, que intervengan «urgentemente» para detener estos ataques y mantener la seguridad y estabilidad de la región.
Este ataque se produce un día después del asesinato de 10 jóvenes armados en el distrito de Pochala, en un enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales en las protestas políticas de un grupo de jóvenes de la tribu anyuak, que exigen una administración separada y autónoma, tras considerar que fueron marginados de la representación política en Bibor, la capital de Jonglei.
La región fronteriza entre Bibor y Akobo sigue siendo escenario de una serie de ataques de venganza entre las tribus murle y nuer tras producirse numerosas incursiones para el robo de vacas y el secuestro de niños y mujeres, lo que generó un estado de hostilidad continua entre estas comunidades, entre las cuales las armas están muy extendidas.
El gobierno central no ha logrado imponer seguridad a estas comunidades por su resistencia a las campañas de entrega de armas, iniciativas que no obtuvieron la respuesta requerida por parte de los grupos de pastores que compran armas a los grupos armados que luchan contra el gobierno, diseminados en muchas áreas de las regiones de Ecuatoria y Alto Nilo.