“Somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces no es un acto, sino un hábito”. – Aristóteles
Escribir, más que un talento, es un hábito que se va puliendo con el paso del tiempo. Es una disciplina en donde la práctica termina perfilando la pericia del maestro. De ahí que, la egregia Simone de Beauvoir llegara a acuñar la famosa frase que enseña que “escribir es un oficio que se aprende escribiendo”.
Esa es la razón por la cual, cuando abandonamos la sana costumbre de escribir artículos o cualquier otra disciplina que desempeñemos cotidianamente, empezamos a perder facultades en el ejercicio de dicha actividad y, como si de un metal se tratase, nos vamos oxidando poco a poco. Además, mientras más tiempo esperemos para retornar al hábito en cuestión, más complicado se torna hacerlo.
Y aunque no asumo ese criterio como una verdad irrefutable, he sido capaz de apreciar esta realidad en mi ejercicio comunicacional, ya que vengo de varios años sin escribir artículos de opinión ni papers académicos, y esto ha generado cierto nivel de renuencia a retomar el oficio y, por otra parte, cierta torpeza al momento de redactar estas palabras.
Sin embargo, la imperiosa necesidad de incentivar la lectura en nuestros jóvenes me conmina a volver a sumergirme en el fascinante mundo de la palabra escrita para llevar mensajes llanos y didácticos sobre la realidad económica, política y social de nuestro país y del mundo. Esto también crea un compromiso que engloba en sí una alta dosis de responsabilidad social, no solo porque lo que se escribe queda como un legado a la posteridad que puede ser fácilmente desmentido o confirmado, sino porque en un escenario de bajo nivel educativo, la profesionalidad, claridad y sinceridad de las ideas expuestas es aún más necesaria para formar y educar a la mayor cantidad posible de lectores.
Por las razones expuestas en los párrafos anteriores me ha costado volver a escribir, pero ya que se me ha facilitado la oportunidad de hacerlo, tengo la firme intención de asumir con disciplina el hábito de publicar periódicamente algunos pensamientos escritos, tal como lo hice en el pasado.
Y claro, queda la lección para todos de que una vez asumido un buen hábito es importante hacer todo lo posible por preservarlo, porque la experiencia enseña que si lo abandonamos perderemos habilidades positivas para nuestras vidas y, encima de eso, después será muy difícil retomarlo.
Finalmente, agradezco la oportunidad brindada por este medio para compartir con ustedes estas breves reflexiones que espero les resulten edificantes, y quién sabe, quizás hasta pudiéramos construir una comunidad de lectores y escritores que divulguen e intercambien ideas innovadoras de progreso y bienestar para nuestro pueblo.