A las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, Hiroshima, una ciudad del oeste de Japón fue el objetivo de la primera bomba atómica empleada en combate de la historia, lanzada por las Fuerzas Aéreas estadounidenses.
El ataque exterminó en el acto a unas 80.000, la gran mayoría de ellos civiles, un número de víctimas mortales. Muchas de ellas se evaporaron. Se disolvieron. Algunas dejaron su halo de vida impreso en la pared en la que se apoyaban.
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Para fin de año, otros sesenta mil habitantes de Hiroshima habían muerto por sus lacerantes heridas, o por envenenamiento radiactivo.
En medio de la devastación, yacía otro drama: de los doscientos médicos registrados en Hiroshima, habían sobrevivido sólo veinte. Y de las mil setecientas ochenta enfermeras que podrían haber ayudado a las decenas de miles de heridos, sólo habían sobrevivido ciento cincuenta.
A pesar de la destrucción, en Hiroshima quedó en pie el edificio conocido como Cúpula Genbaku, o Cúpula de la Bomba Atómica. Esas ruinas fueron renombradas como Monumento de la Paz de Hiroshima. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas en 1996, con la objeción de Estados Unidos y Chin
Hiroshima fue la primera ciudad en ser bombardeada con armas nucleares, y la actualidad buscan trasmitir un mensaje de paz ante una nueva tanda de líderes globales.