A pesar de haber sido advertido por la Administración de Alimentos y Medicamentos y conminado a dejar de ofrecer su producto, y a comprometerse con la Fiscalía de Washington a no promocionarlo ni venderlo como una vacuna, Stine comenzó a comercializarlo como un «inmunógeno».
Al hombre lo detuvieron en Idaho en agosto del 2020 por agentes encubiertos, quienes simularon ser pacientes interesados en recibir el tratamiento.
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De acuerdo con el documento judicial, entre 2018 y 2020 el sentenciado también vendió supuestas vacunas que, según prometía, eran capaces de curar a enfermos de cáncer, estafa con la que ganó más 200.000 dólares.
«Realmente se aprovechó de aquellos que estaban desesperados por cualquier rayo de esperanza, llevando a las personas a inyectarse con sustancias no aprobadas, desarrolladas en un garaje alquilado y sin garantía de seguridad o pureza», recalcó Brown.
Aunque la Fiscalía solicitó una pena de prisión, por el peligro que supone proporcionar «un tratamiento médico no aprobado y muy probablemente ineficaz», el juez Brian Tsuchida decidió no acceder a esa petición.
«Este es un caso difícil y preocupante […] Sería completamente razonable enviarlo a la cárcel, pero voy a darle una sentencia de libertad condicional más larga, para que podamos vigilarlo», justificó su decisión el magistrado.