miércoles, mayo 1, 2024

Inteligencia emocional para políticos

por: Orlando Jorge Villegas

Santo Domingo.- La teoría de las inteligencias múltiples, introducida por Howard Gardner en 1983, revolucionó la concepción de la inteligencia, desafiando la idea de un único coeficiente intelectual como medida. En 1990, Peter Salovey y John D. Mayer desarrollaron el concepto de inteligencia emocional, que Daniel Goleman popularizó más tarde, definiéndolo como la habilidad para identificar, entender y manejar nuestras emociones y las de otros, destacando su importancia para el éxito personal y profesional.

En la intrincada trama de la política, no es la agudeza lógica lo que predomina, sino la habilidad en el manejo emocional; la inteligencia emocional es fundamental para sobrevivir, perdurar y tener éxito en este ámbito. Uno de los principales retos para un político es aprender a controlar el poder y evitar ser corrompido por él. Para gestionar bien, es crucial ser humilde y empático, atendiendo a las necesidades y representando los intereses del electorado.

Mi familia siempre ha estado involucrada en la política; mi abuelo y mi padre participaron activamente en ella y crecí viendo todo lo positivo y negativo a lo que deben enfrentarse quienes deciden servir desde esta posición. Por esto, siempre escuché mencionar en mi casa que “el poder es como una sombra que pasa”, una forma casi poética de prepararnos para la naturaleza efímera y engañosa del poder. Si bien esto me fue inculcado desde mi niñez, no fue hasta que asumí el reto de participar en la política que realmente comprendí que el poder, aunque influyente, es temporal.

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Hoy en día, ejercer la política, o simplemente estar en medio del ojo y la opinión pública, conlleva que cada palabra o mínimo gesto pueda inclinar la balanza del poder. Es entonces cuando la inteligencia emocional emerge no solo como una habilidad deseable, sino como un requisito indispensable para quienes aspiran a liderar. La autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de relaciones son pilares fundamentales en la toma de decisiones y la resolución de conflictos.

La inteligencia emocional ha sido un agente silencioso pero decisivo en la historia humana, modelando crisis y liderazgos con una influencia sutil pero poderosa. Esta capacidad ha dirigido acciones de figuras como Churchill, Mandela y Roosevelt, cuya gestión emocional no solo enfrentó adversidades sino que también redefinió el curso de sus naciones. Reflexionar sobre su impacto nos permite apreciar cómo las emociones han configurado, en gran medida, nuestro pasado y presente.

En un mundo donde la información fluye más rápido que nuestra capacidad de procesarla, y donde el sensacionalismo y la prensa amarillista siguen ganando terreno, ejercer profesiones bajo la lupa y el escrutinio del ojo público no es fácil. Esta nueva realidad digital nos impulsa a ser más cuidadosos y valorar profundamente nuestra comunicación tanto verbal como no verbal. La inteligencia emocional nos permite discernir qué decir, cuándo y cómo, pero mucho más importante aún, nos da la sabiduría de administrar nuestros silencios.

Hoy en día, observamos desafíos significativos en nuestra sociedad, marcados por un aumento en la vulnerabilidad emocional y mental, especialmente entre los jóvenes. Las vastas evidencias respaldan que, en todos los contextos, ya sea profesional, personal o social, poseer inteligencia emocional tiene amplios beneficios para las personas, por lo que exhortó a todos no solo a trabajar esta importante herramienta, sino a cultivarla en nuestros niños y jóvenes.

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