En 1998, con solo 24 años, Monica Lewinsky pasó de ser una becaria en la Casa Blanca a convertirse en el centro de uno de los mayores escándalos políticos del siglo XX.
Su relación con el entonces presidente Bill Clinton no solo acaparó titulares en todo el mundo, sino que destruyó su privacidad y dejó una huella profunda en su vida.
“Un día era una ciudadana privada; al siguiente, mis conversaciones más personales estaban disponibles para el mundo entero”, recordó en la entrevista con Rolling Stone.
Su relación con el entonces presidente Bill Clinton no solo acaparó titulares en todo el mundo, sino que destruyó su privacidad y dejó una huella profunda en su vida.
“Un día era una ciudadana privada; al siguiente, mis conversaciones más personales estaban diponibles para el mundo entero”, recordó en la entrevista con Rolling Stone.
La prensa y el público la convirtieron en objeto de burlas y chistes crueles, y la posibilidad de una carrera convencional se esfumó rápidamente. Además, la relación entre ambos duró 18 meses.
“No había manera de que volviera a ser una persona privada”, explicó. Intentó aprovechar su notoriedad con entrevistas, un libro y apariciones en televisión, pero se dio cuenta de que ninguna de esas opciones le proporcionaba estabilidad o una nueva identidad. “Mi carrera normal quedó obliterada antes de que siquiera comenzara”, dijo Lewinsky.
Después de varios intentos por encontrar un rumbo, decidió alejarse del ojo público y mudarse a Inglaterra para estudiar una maestría en psicología social en la London School of Economics. “Pensé que la universidad me ayudaría a construir una nueva identidad, pero no funcionó”, confesó.
A su regreso a EE.UU., la realidad fue devastadora: no podía conseguir empleo. “Había lugares que me decían ‘Nos encantaría contratarte, pero ¿puedes conseguirnos una carta de indemnización?“, contó.
Además, la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2008 revivió el escándalo, dificultando aún más su reinserción en la sociedad.
FUENTE INFOBAE