miércoles, diciembre 4, 2024
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Lo que trae la nueva película «Space Jam», con LeBron James

El estreno de Space Jam: a New Legacy pone sobre la mesa los temores y emociones que enfrenó Malcolm D. Lee cuando aceptó dirigirla: un fanático del baloncesto como él tendría en frente a LeBron James, la estrella de este deporte como su actor principal; iba a enfrentarse a una superproducción que combina acción real con animación –algo que jamás había hecho en sus dos décadas de carrera–, y tendría los ojos de los miles de seguidores de la primera Space Jam que la convirtieron en un filme de culto.

“Estuve un poco paranoico al principio (…) Sabía del montón de fanáticos que adoran a los Looney Tunes, a Michael Jordan y que amaron esa fantástica historia que combinó actores con animaciones. Ahora, vamos a ver qué pasa con la continuación de ese legado”.

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En 1996, la primera Space Jam puso en la misma cancha a Jordan, una gloria de la NBA –la liga de baloncesto en Estados Unidos– en un juego con los entrañables personajes de los Looney Tunes: Bugs Bunny, Lola Bunny, el Pato Lucas, Elmer Gruñón, Abuelita, Porky, Silvestre y Marvin el marciano. Refrescar y mantener esa memoria era una tarea que abrumaba a Malcolm, que firma dos comedias dramáticas icónicas de la década del 2000: The Best Man y Undercover Brother.

“De alguna manera Space Jam: a New Legacy es una secuela que recoge momentos y tributos de la primera: es una historia distinta, hecha con tecnología diferente, la animación y la técnica del juego son distintas también. No solo trasciende la que protagonizó Michael Jordan, sino que se sitúa en el nuevo milenio”, agrega el director que es primo del famoso cineasta Spike Lee.

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Space Jam: a New Legacy, que se acaba de estrenar en los cines del país con el título Space Jam: una nueva era, retoma como ingrediente el famoso y emocionante partido de básquet –-esta vez entre el equipo de los Tunes, encabezado por LeBron James, y el que lidera el perverso Al G. Rhythm (el nominado al Óscar Don Cheadle)–; pero lo principal es la tensa relación que existe entre LeBron y su hijo Dom, un jovencito cuyos intereses están lejos del deporte en el que ha brillado su padre y más cerca de los videojuegos y la tecnología.

Malcolm D. Lee (Queens, Nueva York, 1970) conversó con EL TIEMPO acerca de los detalles de esta historia familiar, que resulta un divertido espectáculo de efectos, colores y referentes para los amantes del baloncesto y el cine.

La conexión, o la desconexión en algún momento, entre padre e hijo es lo primordial y novedoso del filme.

Eso fue lo que me atrajo realmente de la historia. Claro, yo era fanático de LeBron James y de los Looney Tunes, pero lo que me llegó al fondo del corazón fue ese mensaje, porque pensé en mis propios hijos –tengo 3–. A veces estas conexiones filiales son complejas porque los hijos terminan siendo lo que sus padres quieren que sean. Yo intenté resaltar la forma en que los hijos tratan de conectar y hasta complacer a sus padres, y el choque que les produce a ellos cuando se dan cuenta de esa realidad. Esta película se articula en ese punto emocional más que en cualquier otra cosa.

El estreno de Space Jam: a New Legacy pone sobre la mesa los temores y emociones que enfrenó Malcolm D. Lee cuando aceptó dirigirla: un fanático del baloncesto como él tendría en frente a LeBron James, la estrella de este deporte como su actor principal; iba a enfrentarse a una superproducción que combina acción real con animación –algo que jamás había hecho en sus dos décadas de carrera–, y tendría los ojos de los miles de seguidores de la primera Space Jam que la convirtieron en un filme de culto.

“Estuve un poco paranoico al principio (…) Sabía del montón de fanáticos que adoran a los Looney Tunes, a Michael Jordan y que amaron esa fantástica historia que combinó actores con animaciones. Ahora, vamos a ver qué pasa con la continuación de ese legado”.

En 1996, la primera Space Jam puso en la misma cancha a Jordan, una gloria de la NBA –la liga de baloncesto en Estados Unidos– en un juego con los entrañables personajes de los Looney Tunes: Bugs Bunny, Lola Bunny, el Pato Lucas, Elmer Gruñón, Abuelita, Porky, Silvestre y Marvin el marciano. Refrescar y mantener esa memoria era una tarea que abrumaba a Malcolm, que firma dos comedias dramáticas icónicas de la década del 2000: The Best Man y Undercover Brother.

“De alguna manera Space Jam: a New Legacy es una secuela que recoge momentos y tributos de la primera: es una historia distinta, hecha con tecnología diferente, la animación y la técnica del juego son distintas también. No solo trasciende la que protagonizó Michael Jordan, sino que se sitúa en el nuevo milenio”, agrega el director que es primo del famoso cineasta Spike Lee.

Space Jam: a New Legacy, que se acaba de estrenar en los cines del país con el título Space Jam: una nueva era, retoma como ingrediente el famoso y emocionante partido de básquet –-esta vez entre el equipo de los Tunes, encabezado por LeBron James, y el que lidera el perverso Al G. Rhythm (el nominado al Óscar Don Cheadle)–; pero lo principal es la tensa relación que existe entre LeBron y su hijo Dom, un jovencito cuyos intereses están lejos del deporte en el que ha brillado su padre y más cerca de los videojuegos y la tecnología.

Malcolm D. Lee (Queens, Nueva York, 1970) conversó con EL TIEMPO acerca de los detalles de esta historia familiar, que resulta un divertido espectáculo de efectos, colores y referentes para los amantes del baloncesto y el cine.

La conexión, o la desconexión en algún momento, entre padre e hijo es lo primordial y novedoso del filme.

Eso fue lo que me atrajo realmente de la historia. Claro, yo era fanático de LeBron James y de los Looney Tunes, pero lo que me llegó al fondo del corazón fue ese mensaje, porque pensé en mis propios hijos –tengo 3–. A veces estas conexiones filiales son complejas porque los hijos terminan siendo lo que sus padres quieren que sean.

Yo intenté resaltar la forma en que los hijos tratan de conectar y hasta complacer a sus padres, y el choque que les produce a ellos cuando se dan cuenta de esa realidad. Esta película se articula en ese punto emocional más que en cualquier otra cosa.

¿Cuáles fueron los retos y aprendizajes en este filme?

Un nuevo y gran reto fue trabajar con animación y con efectos especiales, fueron factores intimidantes porque tenía muchas preguntas al respecto de estas películas enormes y llenas de fantasía e imaginación, acerca de la forma de capturar todo eso junto a la esencia de la historia.

Pero para mí fue un divertimento filmar un partido de baloncesto usando todas esas herramientas tecnológicas posibles. Al final encontré en eso la manera más fácil de escapar a las limitaciones que tenía en mi cabeza.

jalá todos los directores pudieran darse la oportunidad de hacer una película como esta, porque el secreto radica en la imaginación que le pongas, muchos dirán que los presupuestos son complicados, pero más allá de eso, para mí fue una gran lección para superar esas cosas que me asustaban y tomarlas como parte del trabajo que hago como director.

Cuando están jugando el partido decisivo aparecen en el público personajes icónicos de otras películas para adultos…

Queríamos darle un toque especial al momento, así que buscamos en la enorme librería de personajes de otras películas y los ubicamos en el público: asesinos, gánsteres, psicópatas y muchos famosos de la ficción están en el lado de los malos; y otros como Batman, Robin, los Gremlins o King Kong aparecen en otras graderías. Queríamos tener referentes y lograr empatía con otra parte del público.

Contar con LeBron James y Don Cheadle en la misma historia es un lujo.

Así es. LeBron es un profesional en todo el sentido de la palabra, se acomoda a los tiempos, es un padre fantástico y emocional, y lo transmite en la película. Y Don es un tremendo actor, siempre quise tener la oportunidad de trabajar con él desde cuando empezaba mi carrera. Me convertí en su fanático desde que lo vi en Devil in a Blue Dress, él no solo es un gran intérprete, también es un estupendo director, productor, escritor, un excelente compañero y colaborador en el set. Cuando estábamos buscando quién interpretaría a Al G. Rhythm sabíamos que en él tendríamos a alguien un poco caricaturesco, pero también que se viera real y talentoso. Es sin duda un tremendo profesional, fui muy afortunado de tenerlo en esta película.

¿Cuál es su personaje favorito de los Lonely Tunes?

Crecí viéndolos a todos, pero mi favorito es el Pato Lucas (Daffy Duck en inglés). Es sarcástico, adoro su voz, sus ocurrencias, lo disfruté mucho desde que estaba pequeño. También me gusta Bugs Bunny, que es el rey de la comedia de todos los tiempos.

¿En qué proyectos trabaja actualmente?

Estoy con un par de proyectos para televisión, me estoy ocupando de una miniserie inspirada en mi primera película, The Best Men, que seguramente estará lista en el 2022. Pero he estado trabajando en eso durante los últimos dos años, así que es momento de descansar y dedicarle tiempo a la familia.

Fuente: Periódico El Tiempo

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