viernes, diciembre 27, 2024

Los desafíos de la reelección

El domingo 30 de enero, en el marco de la Convención Extraordinaria dedicada al doctor Tirso Mejía Ricart, el PRM tomó una serie de decisiones, entre las que están: validar la repostulación del presidente Abinader y la de escoger las principales autoridades de ese partido por medio del sistema de convención de delegados en vez de una convención de todos sus militantes. En ambas acciones estará signado, seguro, el germen de la discordia, unos, porque entenderán que no podrán en condiciones verdaderamente democráticas aspirar internamente a ser candidato presidencial del PRM, ya que será un esfuerzo fútil o inútil el tratar de competir con un Presidente en ejercicio, y otros que se molestarán mucho, pues entenderán que le quitaron el derecho al voto a la militancia a escoger sus principales órganos directivos internos.

El PRM ha hecho una apuesta arriesgada que por la historia del perredeísmo, que para los fines es la misma que la del PRM, ya que es la herencia viva del legado de esa gloriosa organización, nos parece que van a encontrar los funcionarios del Gobierno del Cambio una fuerte disidencia interna, como en el pasado la tuvieron los gobiernos de los expresidentes Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. A todos les tocó enfrentar la realidad de tener un sólido PRD opositor, que en casi todos los casos le hicieron morder el polvo de la derrota a sus tendencias o grupos internos en los procesos convencionales internos, porque el PRD gobierno siempre perdió del PRD opositor, los datos están ahí, las referencias son fáciles de buscar para darse cuenta lo levantisca e irreverente que han sido siempre las bases perredeístas hoy perremeístas. Simple, porque el PRD/PRM nunca ha sido un real partido disciplinado, es más un sentimiento de sus miembros, que principalmente se guían por el profundo respeto y admiración al legado de su líder histórico, José Francisco Peña Gómez, el único referente ideológico que tiene la mayoría de los perremeístas.

El primer desafío que tendrá como obstáculo la reelección será la disidencia interna que le dará “mil dolores de cabeza al gobierno”, aún más, porque en una gran parte de la militancia prevalece el criterio que ellos no han sido valorados ni tomados en cuenta por la Gestión del Cambio y se han convertido en sus críticos mordaces, más que cualquier miembro de los partidos de oposición, y si a los antecedentes de gestiones perredeístas anteriores me remito, de seguro estos les darán agua de beber, que ni se lo imaginan los actuales inquilinos del Palacio Nacional.

El segundo desafío, pero que en términos institucionales debiera ser el primero, será las gravísimas secuelas sanitarias, sociales y económicas que les dejará la pandemia al gobierno, sobre todo, los complicados problemas externos frente a los cuales la administración de Abinader no puede hacer nada, porque tendrá las manos atadas, puesto que son de naturaleza exógena, como los aumentos de precios a nivel internacional de todos los commodities, del combustible y de los intereses al dinero a prestar, lo que lastrará aún más las magras cuentas nacionales, que sin posibilidad de realizar una reforma fiscal no podrán tener ingresos nacionales adicionales significativos para enfrentar todos los gastos que demandará el aparato estatal.

Es por ello que en América Latina, desde que inició el Covid en el 2019, a excepción de Nicaragua, todos los candidatos presidenciales de los partidos o alianzas de gobierno han perdido las elecciones, como resultado o consecuencias de la pandemia que les ha vuelto en contra a los electorados de todos los países, primordialmente los subdesarrollados, a quienes detentan el poder.

El tercer desafío que tendrá el bien intencionado presidente Abinader, es cómo articulará las alianzas electorales cuando ni siquiera le dio participación alguna a los partidos u organizaciones que los ayudaron (al PRM) a hacer el tsunami electoral en los niveles congresuales y municipales en las elecciones del 2020.

Recuperar la credibilidad perdida le será muy difícil, porque estará presente el fantasma del incumplimiento, pues muchos tendrán dudas de si los acuerdos a realizar se cumplirán, y tengo la aprensión que les será dificultoso, ya que nadie le pacte a crédito al Gobierno del Cambio por sus ingratos antecedentes, todos los posibles aliados al oficialismo querrán cobrarle de inmediato y con intereses su apoyo, cosa intrincada para los estrategas de la campaña oficialista, que verán como nadie le va a fiar su respaldo al Presidente. Eso le acarreará, y es justo reconocer muchos problemas y cuestionamiento con las bases perremeístas que no han entrado a la nómina pública del Gobierno de su propio partido. Estará en saber si desecharán por presión interna tener que hacer acuerdos externos, porque si no lo hacen será un mal mayor, a fin de que no les quepa duda que casi todos esos partidos se les irían con los proyectos de oposición, los políticos ya no son tan tontos, y dudo creerán en ofertas vacías de funcionarios popis, que en su mayoría controlan el Gobierno del Cambio.

El cuarto desafío y el electoralmente más intrincado para la reelección, lo será cómo lograr cruzar el umbral del 50% +1, cosa que le ha sido muy difícil al perredeísmo históricamente, porque siempre ha tenido casi igual cantidad de contrarios que de apoyo electoral, la más de las veces siendo justo, pues las maquinarias electorales de sus opositores han sido mejores que las propias y han contado con cuantiosos recursos en el ayer, para restarles apoyo en las urnas como en los casos de las elecciones de 1994, 1996, 2000 y 2012, donde apegados a la verdad histórica el PRD perdió muchísimos votos en las mesas electorales por las razones que antes explique.

Ahora bien, cuando el apoyo ciudadano se ha divido en tres opciones electorales sólidas, ha sido casi imposible que una candidatura en solitario haya alcanzado ganar en primera vuelta, todo indica que así pasará en el 2024, nadie tendrá los votos suficientes para ganar por sí solos las elecciones en la primera cita comicial en el nivel presidencial, lo que nos hace suponer que los estrategas del oficialismo deberán buscar con qué sectores de la oposición pactarían para tratar ganar en un escenario de segunda vuelta, puesto que de no tener ningún sector o colchón de votos a lograr, hasta ahí llegó el juego.

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Por eso en mi anterior artículo detallé la necesidad que tiene el presidente Abinader de tratar de hacer el acuerdo del TÚ o YO con el expresidente Leonel Fernández, consciente de que es una apuesta arriesgada, porque del mismo pudiese resultar electo por cuarta vez el Presidente de la República el líder de los pueblistas. Pero a nuestro criterio, el oficialismo no tiene de otra que no sea tomarse ese riego, porque el presidente Abinader solo tiene tres únicas opciones.

La primera, es que las cosas le cambien en el entorno internacional y pudiese lograr hacer mayoría absoluta y ganar en primera vuelta. Las dos opciones restantes se las abre Leonel; una es que si por cosas del destino o de la suerte el expresidente Fernández no resultara clasificado en el balotaje para ir a la segunda vuelta, éste pudiese acordar con el presidente Abinader un acuerdo de ir juntos en la segunda vuelta compartiendo el PRM, claro está, parte del gobierno con los partidos que postularían a Leonel; y la otra opción que tendría el candidato a la reelección es que si ve que los números indican que las fuerzas opositoras de manera inminente van a triunfar en las elecciones, sobre todo como consecuencias del látigo electoral del Covid, le convendría hacer el mayor esfuerzo para que el que le clasifique como su contendor para la segunda vuelta lo sea Leonel, y no su peor pesadilla que fuese el PLD; esto sería catastrófico para los actuales funcionarios del Cambio, sobre todo para la suerte de los inquilinos del Palacio, porque con el nivel de inquina y de venganza con que llegarían los morados a la mansión de Gazcue “no quedarían muñecos con cabeza”. O sea, que esa apuesta más que política es de salvaguarda de la tranquilidad y los intereses personales de los jefes del actual gobierno, comenzando por el primer ejecutivo de la nación, que tiene que saber que si el PLD se instala en el Palacio le querrá cobrar lo que ellos interpretan como persecución de su gobierno a sus miembros, en especial la realizada al jefe de esa franquicia, el expresidente Danilo Medina.

No menos peligroso para los efectos de una posible derrota oficialista, serán las desavenencias con sectores que ligados a actividades “non Santas” que les apoyaron y hoy entienden que la Gestión del Cambio le dio la espalda después de recibir su significativo apoyo, cosa demostrada por los vínculos públicos de connotados dirigentes y legisladores del PRM con esos sectores que están altamente disgustados y que molestos les jugarían presumiblemente en contra, cosa de esperarse al final, esos son los riesgos calculados de la política que hay tener en cuenta cuando en las campañas se reciben apoyos.

El reto mayor de la reelección es hacerse ingeniosa y proactiva si quiere tener algún chance de salir airosa de esta difícil prueba, tras los nefastos antecedentes electorales que está dejando la pandemia a todos los gobiernos de Latinoamérica, lo que hace suponer que los estrategas del oficialismo deben hacerse creativos para hacer jugadas inteligentes e inesperadas, como en los mejores tiempos del inefable doctor Joaquín Balaguer, que siempre fue una verdadera caja de sorpresa y que en muchos casos tomaba decisiones que dejó a más de uno con la boca abierta. Recordaré algunas acciones audaces del hijo más distinguido de Navarrete a modo de explicar que la política no solo es ciencia, es arte y el que no hace cosas diferentes en el mundo de hoy obtendrá los mismos resultados.

El doctor Balaguer, aunque con marcadas diferencias, hay que reconocer tenía salidas geniales como aquella que tomó en los 12 años cuando designó a varios ministros de la oposición perredeísta para tranquilizar en parte a la dirigencia del principal partido opositor, o cuando aceptó nombrar aquí y en el exterior a cientos de empleados miembros de la oposición y, sobre todo, de la izquierda para lograr aminorar sus actividades contra su gobierno. Pero más agudo fue cuando negoció tener mayoría en el Senado en el 1978 para controlar la justicia, cosa que impidió que el PRD los llevara a la cárcel. Sin embargo, una de sus más brillantes jugadas fue el sorpresivo acuerdo realizado en el 1986 con su archienemigo el Gral. Elías Wessin Wessin, líder del PQD, exiliado por largos años del gobierno de los doce años, cuyos votos fueron decisivos para el retorno del doctor Balaguer al poder. Aún más asombroso fue el pago y la reivindicación que le hizo a Wessin cuando lo designó como Teniente General y Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.

El desafío reeleccionista deberá abrevar en los manantiales de las habilidades mostradas de nuestros grandes maestros de la política para crear o construir tácticas audaces, osadas y excepcionales si de verdad quiere salir airoso de la tarea electoral que les toca, si se creen ganados como veo a muchos funcionarios, que de manera arrogante ningunean a toda la oposición y que se creen depositarios permanentes del apoyo ciudadano en franco desconocimiento de lo pendular que es nuestro electorado, la derrota de seguro les llegará, y en parte se sorprenderán de cómo actúan y piensan los dominicanos.

De lo que sí estoy convencido es que el que pone un proyecto de reelección en manos inexpertas, de prepotentes o de gente que de asuntos electorales y de estrategia sabe muy poco o nada, metió los dos pies en un mismo zapato y será la crónica de una derrota anunciada.

Porque si el estimado presidente Abinader va a poner su campaña a la reelección en manos de empresarios, amigos, representantes de la sociedad civil, popis e inversores electorales, perdió las elecciones antes del escrutinio de los votos, porque esos no saben cómo buscar y defender los votos, no tienen credibilidad alguna frente a los actores políticos y sociales, que son los que hacen preñar de votos las urnas ni mucho menos son leales a partido alguno, porque cuando vean que en las encuestas del momento el gobierno tiene posibilidades de perder, verán cómo no pocos se cambian rápido de bando y los más prudentes o mesurados por los menos se neutralizan, que para los efectos será lo mismo, pues poco le aportarán a la campaña presidencial perremeísta y ahí se darán cuenta los oficialistas que los que buscan los votos no son los de currículums, ni los blancos de apellidos rimbombantes  sino esa masa de mulatos y negros, que son la mayoría aplastante étnicamente en nuestro país y que son los hacedores de Presidentes. Si tiene algún chance la reelección, será porque ese morenaje’ de los barrios y de los campos se cargue ese proyecto en hombros y lo lleve a buen puerto.

Mientras, les recomiendo a los articuladores de la reelección que se vayan arreglando desde ahora con sus tres salvavidas: el primero, los cuadros intermedios del PRM, que son los que buscan votos; el segundo, con los partidos políticos reconocidos ante la JCE, que son los que postulan los candidatos, no son los clubes sociales ni las ONG’s de la sociedad civil los que inscriben ante la JCE; y el tercero, que en dos direcciones sería su tabla de salvación, el doctor Leonel Fernández, que si no clasifica tendrá los votos en el bolsillo para la reelección en la segunda vuelta, y si clasifica gracias a cierta indulgencia oficial, ante un inminente tsunami opositor, ganará seguro la presidencia y será el que les evitará a los hoy inquilinos de la mansión de Gazcue el tener mayores preocupaciones cuando estos salgan del poder. Esa es la política, ¡y el que no sepa, que aprenda!

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