Mafalda, la ‘heroína de nuestro tiempo’ como la llamó Umberto Eco, su descubridor para Europa, cumple este domingo 60 maravillosos años sin haber perdido nada de su frescura ni de su vigencia, con un humor que sigue tan incisivo hoy como cuando se publicó su primera tira, el 29 de septiembre de 1964.
Mafalda vio la luz por primera vez en la revista semanal ‘Primera Plana’. De las tiras sobrantes de una frustrada campaña publicitaria salió una joven inteligente, feminista y contestataria en una época que, según señaló en 2014 su autor, Joaquín Salvador Lavado ‘Quino’, se sigue pareciendo mucho a la actual «por los desastres que sigue cometiendo el ser humano».
Seis meses de su primera aparición, empezó a publicarse una tira diaria en el periódico ‘El Mundo’ y el primer álbum se lanzó en la Navidad de 1966. Los ejemplares se agotaron en dos días.
A los personajes de Mafalda y su padre, que eran los protagonistas de las primeras tiras, Quino fue agregando al absurdo Felipe, al bruto de Manolito, a la viejoven de Susanita, el bueno de Miguelito o el divertido Guille, que formaron con la niña que odiaba la sopa un grupo con una sabiduría mucho mayor que la de los adultos.
Porque, como dijo Gabriel García Márquez, Quino nos demostró con cada uno de sus libros «que los niños son los depositarios de la sabiduría».
«Lo malo para el mundo es que a medida que crecen van perdiendo el uso de la razón, se les olvida en la escuela lo que sabían al nacer, se casan sin amor, trabajan por dinero, se cepillan los dientes, se cortan las uñas, y al final, convertidos en adultos miserables, no se ahogan en un vaso de agua sino en un plato de sopa. Comprobar esto en cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad: la quinoterapia», agregó el Premio Nobel de Literatura 1982.
El peculiar sentido del humor de la contestataria niña argentina saltó el charco en 1969 y llegó a Italia de la mano de Umberto Eco, editor de un libro en cuya presentación dijo: «Puesto que nuestros hijos se preparan para ser -por elección nuestra- una multitud de Mafaldas, no será imprudente tratar a Mafalda con el respeto que merece un personaje real».
A España llegaría en 1970, por empeño de Esther Tusquets, a la editorial Lumen, que este año ha publicado los once tomos recopilatorios de las viñetas de Mafalda, tanto en territorio español como en gran parte de Latinoamérica, mientras que en Argentina se ha encargado Ediciones de la Flor.
En los casi diez años que Quino mantuvo vivo al personaje, publicó 2.000 tiras, que fueron traducidas a más de 20 idiomas. Hasta que en 1973 pensó que estaba empezando a repetirse y cerró la etapa de Mafalda.
Pese a ello, el personaje ha seguido vivo entre los niños y los mayores de las siguientes generaciones, como demostró el jurado que concedió al dibujante el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014.
En su acta, el jurado destacaba de la labor de Quino la creación del universo de Mafalda, «una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles».
Mafalda, decía, «es inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible. Sueña con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos» y sus lúcidos mensajes «siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento».
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Un claro ejemplo son algunas de sus frases: «¡¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!!»; «El problema es que hay más gente interesada que gente interesante»; «Mamá, cuando conociste a papá, ¿sentiste que te devoraban las llamas de la pasión o apenas algo se te tostaba?»; «¡La sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia!» o «¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?».
Una filosofía que ha ganado millones de adeptos en todo el mundo, que han leído y releído todas las ocurrencias de esta pequeña porteña. El mejor resumen, lo hizo Julio Cortázar: «No tiene importancia lo que yo pienso sobre Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí».