Entre el debate sobre la inmigración haitiana ilegal y la propuesta de reforma fiscal, retirada recientemente por el presidente Luis Abinader, la Asamblea Nacional aprobó, en medio de ese ajetreo, una reforma constitucional que nadie ha debatido y, en el peor de los casos, ni mencionado.
Nadie sabe a profundidad lo que dice esa reforma, más allá de lo que los vocingleros y las bocinas quieren que se sepa.
De hecho, el dirigente de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), Pelegrín Castillo, luce sorprendido y lanza un preocupante enunciado:
«Parece mentira, pero solo unos pocos saben lo que se aprobó en la reforma constitucional. Eso está lejos de ser democrático. ¡Y es grave!»
Si la estrategia fue poner a Jochi Vicente a anunciar la reforma fiscal abominable para distraer a la opinión pública y hacer que olvidáramos la reforma constitucional, hay que reconocer que la jugada fue un éxito.