Aviñón (Francia).- Dominique Pelicot, que durante años violó a su mujer tanto solo como en compañía de otros hombres a los que invitaba, mientras ella estaba bajo los efectos de las drogas, contó este martes sus prácticas de violador compulsivo, incluso en una ocasión cuando tenía a sus nietos en casa.
En su primera declaración ante el Tribunal Penal de Vaucluse (sureste de Francia) que lo juzga desde el pasado 2 de septiembre, explicó por qué a sus nietos se les había quedado grabada aquella jornada en la que su abuela, Gisèle Pelicot, no aparecía porque estuvo durmiendo hasta las 6 de la tarde.
El principal acusado reconoció que ese día había atiborrado de ansiolíticos una vez más a su mujer y abusó sexualmente de ella a pesar de que estaban sus nietos en casa. Y agregó que no lo hacía más en circunstancias parecidas por los inconvenientes prácticos que suponía.
Indicó que desde que empezó a drogarla en 2011 la violaba dos o tres veces por semana, primero únicamente él y a partir de 2013 con otros hombres a los que invitaba a casa para que ellos también lo hicieran.
De hecho, en el banquillo se sientan con él otros 50 hombres, 49 por haber abusado sexualmente de Gisèle Pelicot y uno por haber copiado los métodos de Dominique para drogar a su propia mujer y violarla en compañía de éste.
En los registros de Dominique Pelicot que la policía encontró en su casa cuando se descubrió todo en el otoño de 2020, se constata que conforme pasaban los años había cada vez más violaciones grabadas.
Niega haber manipulado a los demás acusados
El principal acusado negó haber manipulado a los otros hombres que acudían a su casa, que tenían «un perfecto conocimiento» de su forma de actuar y que no podían ignorar que las relaciones sexuales con su mujer se hacían sin el consentimiento de ésta.
«No les puse un fusil en la sien para que vinieran -subrayó-. Lo aceptaron desde el principio. La única pregunta que hacían era ¿cuánto tengo que poner?».
Pero sobre esa última cuestión, Dominique Pelicot insistió en que nunca hubo dinero de por medio y de que él no recibió nada ni forzó a nadie.
También hizo hincapié en que «en ningún caso» Gisèle Pelicot fue cómplice: «Siempre se hizo sin su consentimiento».
Ése es un aspecto importante porque algunos de los que se sientan en el banquillo no han reconocido las violaciones y afirman que creían participar en un juego sexual en el que los dos esposos Pelicot estaban de acuerdo.
Dado el carácter masivo y repetitivo de las violaciones a Gisèle Pelicot durante casi diez años, uno de los aspectos que han permanecido más incomprendidos es cómo ella no se dio cuenta.
Una de las respuestas está en las precauciones que tomaba su marido, que pedía a los otros hombres que no hicieran ruido, que se desnudaran en otra sala antes de entrar en la habitación.
Además, una vez terminados los abusos, Dominique Pelicot limpiaba a Gisèle sus partes íntimas y le ponía la misma ropa para que no se diera cuenta de que había estado inconsciente bajo los efectos de ansiolíticos.
Ella se había dado cuenta de que le pasaba algo raro, pero pensaba que padecía una forma de alzhéimer en fase inicial. También tenía problemas ginecológicos: abundante sangrado regular en la vagina e inflamación repetida en el cuello del útero.
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El principal acusado, que declaró en algunos momentos entre sollozos, se esforzó repetidamente en convencer a su hija Caroline de que a ella no la había drogado ni violado como a su mujer, como lo podrían dejar intuir unas fotos de ella desnuda y aparentemente dormida que el padre guardaba en sus archivos, y que ella no sabe de dónde han salido.
«Mientes», le replicó dos veces la hija, antes de marcharse de la sala de audiencias señalando que tenía que ir a vomitar.
Dominique Pelicot ha dado diferentes explicaciones sobre esas fotos que han contribuido a sembrar dudas. Por una parte afirmó que él no las había tomado él, pero en otro momento indicó que las hizo para presentar la comparación entre la madre y la hija a un hombre que estaba tentado de hacer 200 kilómetros para violar a Gisèle.
Su abogada, Béatrice Zavarro, quiso poner en evidencia, que su cliente, aunque enfermo y cansado, estuvo presente en la vista de hoy, se mostró cooperativo y tiene intención de hablar y responder a todas las preguntas que se le hagan.