Alberto Fernández cambió, finalmente, su Gabinete de ministros. Cedió así a la presión de Cristina Fernández de Kirchner. Tras cinco días de guerra abierta entre el presidente de Argentina y su vice, la crisis de palacio que paralizó al país se saldó con un triunfo de la mujer que, una vez más, ha demostrado que tiene el poder.
Alberto Fernández sacrificó en la pulseada a su jefe de ministros y hombre de máxima confianza, Santiago Cafiero, y puso en su lugar al gobernador de Tucumán, Juan Manzur, el hombre que Cristina Kirchner propuso para el cargo en una carta abierta que publicó el jueves en sus redes sociales.
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En ese texto, la expresidenta apuntó también contra el vocero del presidente, Juan Pablo Biondi, al que acusó de operar en la prensa contra ella. Biondi presentó este mismo viernes su renuncia.
Otros cinco ministerios cambiaron de manos. Pero los cinco ministros kirchneristas que el miércoles ofrecieron su renuncia al presidente siguen en sus cargos.
También continúa en su puesto el ministro de Economía, Martín Guzmán, a cargo desde hace un año de la negociación con el FMI para posponer el pago de los 44.000 millones de dólares que el multilateral prestó al expresidente Mauricio Macri en 2018.
Cristina Kirchner llamó en la semana a Guzmán para aclararle que no era cierto que pedía su cabeza, como publicaba la prensa local.
El cambio de ministros fue una exigencia de Cristina Kirchner para relanzar el Gobierno tras la derrota en las elecciones primarias del domingo pasado. Los candidatos del oficialismo a participar en las legislativas del 14 de noviembre perdieron en 18 de los 24 distritos del país.
El resultado tuvo el efecto de un tsunami en el Frente de Todos, la coalición peronista que llevó al poder a Alberto Fernández. La insistencia del presidente a sostener a su equipo hasta las elecciones Legislativas, donde es previsible que el oficialismo pierda el control del Congreso, dinamitó la tensa relación que ya mantenía la dupla del Ejecutivo.
Cristina Kirchner ordenó entonces a los ministros que la representan que ofreciesen su renuncia para presionar el cambio. Fernández cedió a la presión. Perdió en el camino a su hombre de mayor confianza, Juan Pablo Cafiero, que ocupará la Cancillería, pero con despacho fuera de la Casa Rosada; y aceptó a cambio el nombre de relevo propuesto por Kirchner. La renuncia de su vocero es también un duro golpe: cada ataque kirchnerista contra Biondi se consideraba en el Ejecutivo un disparo directo a Fernández.
En el resto de los cargos hay viejos conocidos del kichnerismo. Aníbal Fernández, dos veces jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, vuelve al Gobierno como ministro de Seguridad; lo mismo que Julián Domínguez, expresidente del Congreso que ocupará la cartera de Agricultura.
También regresa Daniel Filmus, exministro de Educación ahora a cargo de Ciencia.
Quien queda en su puesto es Eduardo ´Wado’´de Pedro, el ministro del Interior, a cargo de la relación con las provincias. De Pedro es el hombre de la vicepresidenta con más poder en el Gabinete.
Fue él quien inició la crisis de esta semana cuando presentó su renuncia. Los cuatro ministros que lo acompañaron en la jugada también seguirán en sus puestos.
Con los cambios, solo quedan dos mujeres entre los 21 integrantes del Gabinete: Carla Vizzotti en Salud y Elizabeth Gómez Alcorta como ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad. Sabrina Frederic, que ocupaba el ministerio de Seguridad, ya no forma parte del equipo.
Alberto Fernández se negaba a los cambios, convencido de que era mejor esperar al 14 de noviembre. Pero el kirchnerismo presionó para apurar cambios que considera “de manual”.
Cristina Kirchner lo dijo claramente en su carta del jueves: “¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al presidente la reorganización de su gobierno?”
La presión tuvo resultados. Habrá que esperar ahora para saber si el Gabinete anunciado este viernes será solo de transición o servirá de remedio para las heridas que dejó la pelea entre Fernández y Kirchner.
La coalición estuvo en peligro, hasta que la balanza se decantó a favor de la vicepresidenta. De la lista de nombres surge un presidente más debilitado y con menos margen para tomar decisiones propias. La gran incógnita es si, al menos, servirá para revertir parte del desastre electoral del pasado domingo.
Fuente: El País