Miles de brasileños celebraban ya desde este sábado en las calles de Brasilia antes de presenciar la investidura del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, que esperan que sea una cita «histórica».
El dirigente progresista tomará posesión este 1 de enero de su tercer mandato, después de haber gobernado en dos periodos, entre 2003 y 2010, ante delegaciones de más de cincuenta países y en medio de una gran fiesta a la que se prevé que asistan 300.000 personas.
Centenares de simpatizantes del antiguo tornero mecánico están acampados en el estadio Mané Garrincha. Muchos de ellos han llegado en caravanas desde los más recónditos rincones de este país continental de más de 200 millones de habitantes.
Elizete Oliveira tiene 28 años y es militante del Movimiento Sin Tierra (MST). Ha llegado después de 25 horas de viaje en autobús desde el estado de Piauí hasta la cancha de fútbol de la capital brasileña.
Pero, a pesar de la «agotadora» travesía, afirma a EFE que viene con toda la «animación» y llena de «esperanza». «Fue una victoria del pueblo. Hemos venido aquí para festejar y para conmemorar», señaló.
Iara Pimental, concejala del Partido de los Trabajadores (PT) en el municipio de Montes Claros, en el estado de Minas Gerais, compartió el mismo sentimiento e incidió en que, con Lula, empieza un tiempo de «reconstrucción».
«Tenemos una gran expectativa porque fueron cuatro años de mucha tristeza, mucha miseria y de retirada de derechos, y ahora tenemos que construir esta nación», apuntó en alusión a la administración del presidente saliente, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Los simpatizantes lulistas acampados en el Mané Garrincha recibieron además este sábado la visita de la futura ministra de los Pueblos Indígenas, Sônia Guajajara, reconocida este año por la revista Time como una de las cien personalidades más influyentes del mundo.
Ella y los otros 36 ministros nombrados por Lula asumirán sus cargos el próximo día 2.
Las concentraciones de militantes del PT y activistas de movimientos sociales también ocurren en otros puntos de Brasilia, una ciudad que se ha blindado para la investidura de Lula.
El operativo policial movilizará a unos 15.000 agentes, en medio de las amenazas de grupos de radicales de extrema derecha.
Lula asumirá el poder sin la presencia, en ninguno de los actos previstos, de Bolsonaro, quien en la víspera puso rumbo a Estados Unidos, sin previsión oficial de vuelta.
Si bien, fuentes de su entorno personal citadas por la prensa local, indican que el capitán retirado del Ejército pretende pasar al menos tres meses fuera del país.