París.- Un centenar de manifestantes se concentraron hoy para recibir con silbatos, cacerolas y abucheos a la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, en un viaje a varias localidades del centro del país, al igual que ocurrió con los desplazamientos del presidente Emmanuel Macron los dos últimos días.
Las concentraciones, ruidosas pero pacíficas, se produjeron a pesar de que la prefectura (delegación del Gobierno) del departamento de L’Indre había emitido órdenes prohibiendo las manifestaciones en algunas calles del área que visitaba Borne, una medida que levantó críticas de la oposición, y en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
«No creo que se trate de un desafío a las libertades fundamentales», contestó hoy Borne, en respuesta especialmente al líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que había cuestionado que este tipo de medidas suspendían las libertades constitucionales de los franceses.
Borne, que visitaba el área de las localidades de Valençay, Châteauroux y Buzançais para hablar de servicios públicos y de una nueva plataforma digital para obtener el carné de identidad, tuvo un recibimiento similar -aunque menos multitudinario- a los que había tenido el presidente francés, Emmanuel Macron.
En sus primeras salidas fuera de París para promover la reconciliación e intentar reconectar con la opinión pública tras la crisis política ocasionada por la reforma de las pensiones, el mandatario se encontró con muchedumbres ruidosas, abucheos y gritos de «Macron dimisión».
En Hérault, su visita de este jueves tras un primer viaje complicado a Alsacia, se llegó incluso a prohibir «el uso de dispositivos sonoros portátiles» -sin añadir detalles precisos sobre la naturaleza de estos artículos- o que emanasen «de vehículos no autorizados».
Esa medida se impuso después de que los opositores a la reforma de las pensiones hayan estado convocando caceroladas para expresar su descontento por la aprobación del polémico retraso de la jubilación mínima.
«Los huevos y las cacerolas son para cocinar», lanzó Macron en Hérault.
La crisis por la reforma de las pensiones, que dura ya tres meses, ha provocado una fuerte caída de la popularidad de Macron, que según los sondeos no había estado tan baja desde 2018, en plena movilización de los «chalecos amarillos».
Los sindicatos, que rechazan frontalmente la reforma desde que se presentaron todos sus detalles en enero, planean continuar con las movilizaciones -a pesar de que la ley ya está aprobada- y tienen convocada una próxima gran manifestación el próximo 1 de mayo.
Antes de eso, sin embargo, algunos sectores sindicales han protagonizado manifestaciones, como ayer con la toma de la entrada de la empresa bursátil Euronext y este viernes con una manifestación en el museo parisino de Orsay.