«Es una fecha importante en la historia del mundo» dijo el presidente ucraniano, Léonid Koutchma, al dar la orden de desactivación del tercer reactor, el último de los cuatro todavía operacional.
Eran las 12:17 (hora suiza) del viernes 15 de diciembre cuando un ingeniero de la central – vestido de blanco – accionó un conmutador negro para detener definitivamente los latidos peligrosos del tercer reactor.
El tercer bloque (el único todavía operacional de los cuatro originarios) había sido reactivado y parado en numerosas ocasiones estos últimos días, para efectuar reparaciones y «verificaciones de rutina». La última reactivación se realizó en la noche del jueves a viernes.
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En abril de 1986, dos explosiones hicieron saltar el reactor número cuatro, destruyendo la cuarta parte de las instalaciones, contaminando las tres cuartas partes de Europa y afectando a millones de personas.
La explosión lanzó a la atmósfera gran cantidad de partículas radiactivas. Se intentó apagar el incendio con agua y esto produjo una nube de vapor radiactivo que se desplazó hacia el norte llegando a cubrir casi toda Europa. Los más afectados: Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
Pero esta nube tocó también los países escandinavos, Polonia, Alemania, Grecia, Italia, Suiza, Austria y el territorio entonces checoslovaco, en donde fueron registrados notables incrementos de los niveles de radioactividad.
La Confederación Helvética, preocupada por reforzar la seguridad en Chernóbil, en noviembre aumentó a 7 millones de francos su apoyo.
Para Suiza el cierre de la central es una sabia decisión. «El cierre de Chernóbil era esperado desde hace tiempo» indicó Pierre Multone, consejero científico de la Oficina federal de asuntos energéticos a swissinfo.
Un «espectáculo» el cierre de la central
El presidente ucraniano preparó minuciosamente el cierre definitivo de Chernóbil, este viernes, para convertirlo en un acontecimiento mediático.
En esta ocasión, más de 2.000 responsables ucranianos y occidentales, así como unos 400 periodistas, se reunieron en la sala de espectáculos de Kiev.
El jefe del gobierno ruso, Lijail Kassianov, el ministro de Energía de Estados Unidos, Bill Ricardson, y otros responsables de países del G7 figuraban entre los invitados.
Kiev sólo aceptó cerrar Chernóbil a cambio de una ayuda de 2.300 millones de dólares de los siete países más industrializados del mundo.
Los fondos servirán esencialmente para construir en Ucrania dos nuevos reactores para reemplazar la producción de la vieja central atómica, financiar programas sociales y aumentar la seguridad en las otras cuatro instalaciones nucleares del país.
La precaución por Chernóbil continuará
Pero la victoria no es más que parcial y Chernóbil seguirá siendo una amenaza durante decenios.
El problema más alarmante es el deterioro acelerado de la capa de hormigón, llamado sarcófago, que recubre las ruinas del cuarto reactor. Esta estructura realizada precipitadamente en 1986 amenaza con derrumbarse, exponiendo entonces al aire libre un magma radiactivo de 160 toneladas.
Su refuerzo es una operación delicada que tomará al menos diez años. Gracias a los dones internacionales, los 760 millones de dólares necesarios han sido casi enteramente reunidos y los trabajos han podido comenzar.