Cuba celebra este domingo elecciones parlamentarias, una cita política relevante y controvertida que el Gobierno defiende como «genuina» y la disidencia descalifica como controlada y sin valor representativo.
En estos comicios, apuntan analistas, es fundamental entender el proceso de selección de los candidatos, la forma en que se ejerce el voto, el significado de la votación dentro de la arquitectura legal del país y, sobre todo, la importancia de la participación, como muestra de legitimidad social del sistema.
¿QUÉ SE VOTA?
En estos comicios se elige a los 470 miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el máximo órgano legislativo de Cuba, para un período de cinco años.
Estas elecciones, en las que están llamados a participar más de 8 millones de cubanos, suponen un paso clave en la renovación institucional del país que comenzó con los comicios locales de noviembre pasado.
El proceso culminará cuando la ANPP, en una de sus primeras decisiones, designe al nuevo presidente del país, puesto que se prevé que ocupe en un segundo mandato Miguel Díaz-Canel, líder del Partido Comunista de Cuba (PCC), el único partido legal en la isla.
¿QUÉ PAPEL JUEGA LA ANPP?
La ANPP no tiene períodos continuos de sesiones (los diputados son convocados de forma periódica, normalmente dos veces al año, para aprobar proyectos de ley del Ejecutivo) y sus miembros no reciben un sueldo por esta función.
Analistas y críticos cuestionan su relevancia, porque está compuesto de forma abrumadora por miembros del PCC y sus juventudes (el 96,5 % en la actual cámara) y porque en la mayoría de los casos aprueba por unanimidad las iniciativas legislativas que tramita.
No obstante, su participación es necesaria para confrontar la grave crisis económica que afronta el país, con una gran escasez de productos básicos (alimentos, combustible y medicinas), inflación galopante, dolarización parcial de la economía y frecuentes apagones.
Entre las causas destacan los estragos de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y los errores en la política económica y monetaria.
¿QUIÉNES SON LOS CANDIDATOS?
Entre los candidatos hay miembros del Gobierno actual, empezando por Díaz-Canel y muchos de sus ministros, y también líderes de la revolución, como el expresidente Raúl Castro, de 91 años.
También hay figuras del deporte, como el luchador Mijaín López y la judoca Idalys Ortiz; músicos como Raúl Alfonso; hasta cinco directores de medios de comunicación oficiales; y la directora del mayor conglomerado de empresas del Estado, Ania Guillermina Lastres.
Gobierno, partido y medios oficiales aseguran que se trata de una lista representativa del país. Entre los candidatos no hay opositores.
Las autoridades afirman que todos los cubanos pueden elegir y ser elegidos. Formalmente, ni el PCC ni sus juventudes confeccionan la lista. Tampoco es requisito ser militante para entrar en la boleta.
Los candidatos fueron propuestos por las llamadas organizaciones de masas -colectivos paraestatales en la órbita del partido- y aprobados por las Asambleas Municipales del Poder Popular, compuestas mayoritariamente por militantes comunistas.
¿QUÉ SE ELIGE?
Hay 470 candidatos para 470 asientos. En la boleta, los votantes pueden poner la «x» en la casilla de todos los candidatos (siguiendo el llamado oficialista), sólo junto a algunos nombres o dejarla en blanco. Sectores disidentes abogan por la abstención.
Sólo aquellos más del 50 % de los votos emitidos válidos serán diputados. Hay varias provisiones legales para completar aquellos puestos que pudieran quedar vacantes.
La fórmula genera dudas entre expertos, opositores y juristas, quienes alegan falta de competencia y un sistema de selección controlado. Hay quienes prefieren describirlo como un referendo o unas elecciones plebiscitarias.
Gobierno y medios oficiales argumentan que el PCC representa al conjunto del país, que su sistema es una democracia «genuina» libre de los influjos del dinero y apuesta por un «voto de unidad» que no es «consigna», sino «estrategia revolucionaria».
En estos comicios no habrá observadores internacionales.
¿ES LA PARTICIPACIÓN RELEVANTE?
El Gobierno cubano y las instituciones del Estado están llamando insistentemente a la participación. Grupos disidentes y opositores dentro y fuera de la isla piden la abstención como forma de expresar rechazo a la forma de elección en particular y al modelo socialista en general.
Tras cifras de abstención por debajo del 10 % entre 1976 y 2013, la tasa se elevó hasta el 14 % en las parlamentarias 2018, las últimas elecciones comparables que se han realizado en Cuba.
Las dos veces previas que los cubanos han acudido a las urnas han sido en el referendo del Código de las Familias, en septiembre pasado -cuando la abstención rozó el 26 %- y en las elecciones municipales de noviembre, en donde se elevó hasta el 31 %.
En la consulta del Código de las Familias Díaz-Canel reconoció cierto «voto crítico».
Según los expertos, una elevada abstención evidenciaría problemas de legitimidad porque, a diferencia de otros sistemas políticos, el cubano se basa en el colectivo, la participación y la unidad.
A falta de encuestas públicas, un colectivo a seguir son los jóvenes, entre los que está calando el desencanto y la desafección política tras años de grave crisis económica. Unos 13.000 jóvenes a partir de 16 años están llamados por primera vez a ejercer su derecho al voto.