El presidente chileno, Gabriel Boric, instó este sábado a «una reforma estructural» de la ONU tras conocerse el veto de Estados Unidos a una resolución del Consejo de Seguridad para pedir un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza.
«Es urgente una reforma estructural a la ONU. El mundo ya no es el de 1945», escribió el mandatario chileno en la red social X (antiguo Twitter).
El mandatario expresó el miércoles su apoyo a la iniciativa impulsada por el secretario general de la ONU, António Guterres, quien invocó el capítulo 99 de la Carta de las Naciones e instó al Consejo de Seguridad a que “presione para evitar una catástrofe humanitaria” en Gaza y se una en un llamado a un alto el fuego humanitario total entre Israel y Hamás.
“La comunidad internacional no puede mirar hacia el lado”, indicó en su cuenta de X.
«El mundo no soporta más esta tragedia humanitaria. No podemos normalizar el terrorismo de Hamás ni tampoco la masacre a civiles que está llevando adelante el Gobierno israelí de Netanyahu”, añadió Boric, un reconocido defensor de la causa palestina.
Hace más de un mes, el jefe de Estado llamó a consultas al embajador chileno en Tel Aviv, José Carvajal, que hasta ahora cumple sus labores desde Santiago.
La acción que fue interpretada como una señal de incomodidad en las relaciones bilaterales entre Chile e Israel después de varias condenas públicas a la ofensiva israelí del mandatario chileno.
Con cerca de 500.000 personas, Chile es un gran refugio de la comunidad palestina fuera del mundo árabe, una migración que se inició a finales del siglo XIX, cuando centenares de palestinos escaparon primero de la dominación otomana, y que se incrementó en el siglo XX con la ocupación israelí.
El país reconoció a Palestina como un Estado «libre, independiente y soberano» en 2011, durante el primer Gobierno del conservador Sebastián Piñera (2010-2014).
En los bombardeos que Israel lleva a cabo sobre Gaza desde el pasado 7 de octubre, cuando fue atacado por el brazo armado del grupo islamista Hamás causando más de 1.400 víctimas y unos 240 rehenes, han muerto casi 17.500 personas, según el ministerio de Sanidad gazatí.