Los New York Knicks, tremendamente correosos e intensos de principio a fin, fundieron este lunes a los Golden State Warriors por 112-119 y sumaron su cuarta victoria consecutiva.
Los de Tom Thibodeau demostraron por qué son esta temporada uno de los equipos más competitivos de la liga y uno de los más incómodos para sus rivales- y se anotaron el triunfo pese a que OG Anunoby volvió a ser baja de nuevo por problemas en el codo y se unió a las ausencias ya de larga duración de Julius Randle y Mitchell Robinson.
En cualquier caso, los neoyorquinos ofrecieron una clase magistral de baloncesto de garra y sacrificio y volvieron a tener como guía a Jalen Brunson, que extendió su maravilloso momento con 34 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias.
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El base es sin duda la brújula ofensiva de los Knicks, pero la garra es cosa de Josh Hart, que jugó los 48 minutos sin descansar ni un solo segundo (primer jugador que esta campaña disputa un encuentro completo en la NBA) y que acabó con un triple-doble de 10 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias.
Este es el quinto triple-doble en la carrera de Hart y todos ellos los ha conseguido este año. Además, lleva ya 11 partidos con más de 40 minutos en cancha desde el parón del All-Star.
También rindieron a gran nivel Miles McBride (29 puntos, récord de anotación en su carrera), Donte DiVincenzo (18 puntos) e Isaiah Hartenstein (13 puntos y 10 rebotes) en unos Knicks que son cuartos en el Este con un balance de 41-27.
Por su parte, los Warriors (35-32) perdieron la oportunidad de tomar impulso tras su meritorio triunfo en Los Ángeles contra los Lakers del pasado fin de semana. La victoria asimismo este lunes de los de LeBron James ante los Atlanta Hawks les permitió recuperar el noveno puesto del Oeste (37-32) desplazando a Golden State.
Stephen Curry fue el máximo anotador de los Warriors con 27 puntos pero no tuvo su día desde el perímetro (4 de 13 en triples).
Unos Knicks sin fisuras
La sonora declaración de intenciones de los Knicks en el arranque se escuchó en toda la Bahía de San Francisco.
Con un 4-15 en cinco minutos, los visitantes asfixiaron con su defensa a los Warriors (aprovechando la mayor permisividad arbitral en la NBA en las últimas semanas) y tomaron impulso con un Hartenstein que se adueñó de la zona metiendo sus cuatro primeros tiros.
La ofensiva de los de Steve Kerr sufrió un atasco importante en el primer cuarto con cinco pérdidas de balón, pero la segunda unidad local mantuvo el tipo ante unos Knicks prácticamente sin fisuras en el capítulo inicial (22-30).
McBride había sido el máximo anotador del cuarto inicial con 11 puntos y siguió al mismo ritmo en el segundo periodo, tanto que llegó al descanso con 19 puntos y un fantástico 5 de 7 en triples.
Muy físicos y agobiantes, los de Nueva York, con Hart como motor del esfuerzo colectivo, llegaron a tener un +15 pese a que Brunson ‘solo’ metió 14 puntos en la primera mitad.
Pero Curry, desaparecido en los doce primeros minutos con solo 2 puntos, despertó con 13 tantos solo en el segundo cuarto y Golden State se fue al vestuario con mejor resultado que sensaciones (56-62).
Más allá de que los márgenes no fueran amplios, los Knicks tenían el encuentro exactamente donde querían y siguieron marcando el ritmo a su antojo en la reanudación.
Brunson decidió además que era el momento de dar un golpe en la mesa y en ese tercer cuarto se salió con 15 puntos y un ejemplo perfecto de por qué es uno de los anotadores más en forma de la liga.
Con 88-99 de cara al último cuarto, los Warriors se ilusionaron con un 7-0 de salida para imaginar una remontada épica.
Pero los Knicks, implacables e intratables, rompieron de inmediato ese sueño y sacaron el látigo para sellar el triunfo en San Francisco y poner ya rumbo a otro desafío de enorme nivel: un duelo el jueves contra los Nuggets en Denver.