martes, diciembre 3, 2024

La política macroeconómica a través de la política monetaria, fiscal y comercial de República Dominicana

Macro es un prefijo que significa grande, por lo que la macroeconomía es la rama de la teoría económica que se ocupa de la economía en su conjunto. La política macroeconómica comprende la política del crecimiento, lo que hace acelerar o desacelerar la economía a largo plazo, así como elaborar estrategias de estabilización económica. No debe olvidarse que históricamente la producción y el empleo no muestran una tendencia ascendente, continua, estable y uniforme . Importantes economistas dominicanos han señalado que para mejorar las estructuras macroeconómicas es preciso facilitar la inversión privada .


De hecho, las fluctuaciones de la producción y el empleo se conocen habitualmente con el nombre de ciclos económicos. La política macroeconómica conjuga la monetaria, fiscal y comercial, puesto que se trata de un conjunto de medidas disimiles que abarcan aspectos diversos y generales que definen el marco económico en una sociedad determinada. A través de esta disciplina se busca manejar y controlar los indicadores económicos como la inflación, el empleo, el crecimiento económico y el tipo de cambio. Los macroeconomistas examinan la economía a gran escala, centrando la atención en la interdependencia de sus componentes, específicamente estudiando el nivel total de la producción y el empleo.


De conformidad con las cifras ofrecidas por el Banco Central de la República Dominicana, el Producto Interno Bruto (PIB) proviene de diversas actividades como la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, explotación de minas y canteras, manufactura local, industria de alimentos, zonas francas y construcción. Se estima que el PIB registró un crecimiento interanual de 4,9 por ciento en el 2022, a pesar de las adversidades de la economía global. Los préstamos del sistema financiero se destinaron fundamentalmente a la industria agropecuaria, al comercio, así como a préstamos de consumo y adquisición de viviendas .


En lo referente a la política monetaria, el Banco Central dominicano inició en el 2021 un plan de restricción monetaria, el cual se mantuvo en el 2022 para mantener una tasa de inflación cercana al cuatro por ciento en el 2023. También se redujo el excedente de liquidez del sistema financiero.  En cuanto a la política fiscal, se destacan, dentro de las medidas antiinflacionarias transitorias, el subsidio a los precios de los combustibles, la ampliación de programas sociales y la eliminación de los aranceles a los productos alimenticios. La reactivación económica, experimentada luego de la pandemia del COVID-19, contribuyó al aumento de los ingresos fiscales. Igualmente se produjo un aumento de la deuda externa equivalente a un 3,2 por ciento del PIB.  


El aumento de la factura petrolera contribuyó a un incremento del gasto o déficit de cuenta corriente, equivalente a un 5.5 por ciento del PIB. Claro, los ingresos por concepto de turismo y exportaciones de bienes ayudaron a contrarrestar ese déficit. En cuanto al sector externo, se produjo un aumento de la deuda con respecto a diciembre de 2021 de un 9.2 por ciento, debido en gran medida por la emisión de bonos soberanos. Por tanto, el déficit de la balanza de pagos a cierre del año 2022 reflejó un déficit de un 5.5 por ciento del PIB. La política macroeconómica es una combinación de las políticas monetarias, cambiarias, fiscales y comerciales con la finalidad de alcanzar un crecimiento económico sostenible.    


Se debe tomar en consideración que la política macroeconómica de un país se elabora en función de todas las actividades de los individuos, y de que es necesario posibilitar la participación económica de todas las personas. Estos objetivos pueden fracasar por un mal gobierno. De manera que el buen funcionamiento de las instituciones económicas y fiscales resultan fundamentales para alcanzar las metas macroeconómicas de cualquier país. En tal sentido, el Banco Central debe ser prudente al aumentar su emisión monetaria para evitar inflación o devaluación, así como también el Gobierno debe contar con los recursos monetarios para cumplir sus funciones. Esto se obtiene transfiriendo dinero del sector privado al público (impuestos) y planificando sus gastos.

Los Bancos Centrales


El sistema financiero es lo que facilita la transferencia de riesgos y recursos entre los agentes económicos, toda vez que interconecta a los oferentes y demandantes de medios de pago. Esto contribuye a reducir los costes de transacción al colocar los recursos a disposición de los inversores, así como también a disminuir los riesgos y aumentar la liquidez del sistema para impactar positivamente en el crecimiento económico. Precisamente lo que evitó que la crisis de 2008 no haya desembocado en una depresión tan grave como la de 1929 fue la rápida intervención de los gobiernos y bancos centrales de los países ricos, dado que generaron liquidez suficiente para que el sistema financiero no se desplomara. En efecto, se ha sostenido que “los Gobiernos pesan más que los Bancos Centrales, aunque estos tengan que cargar con la responsabilidad de tener que plegarse a los deseos de aquellos” .


Los países que necesitan atraer capital foráneo para financiar su desarrollo económico o que dependen en gran medida de las exportaciones precisan de estabilidad cambiaria, cuyas políticas son trazadas y ejecutadas por los bancos centrales. Sus objetivos son múltiples, destacándose el control de la inflación, el modelo cambiario y el tipo de cambio , los cuales varían en función de las necesidades coyunturales del Estado en un momento determinado. La primera responsabilidad de un banco central es mantener la estabilidad del sistema financiero.


Actualmente los bancos centrales fijan un objetivo de inflación en lugar de un objetivo para la tasa de crecimiento de la cantidad nominal de dinero .  Se ha indicado que “los bancos centrales no están para ver pasar los trenes y contentarse con mantener una baja tasa de inflación” .  


De manera que la estabilidad de precios y el control de la inflación se obtienen conservando en parámetros aceptables la tasa de cambio, lo cual es una misión fundamental de los Bancos Centrales. Esa estabilidad resulta imprescindible para las actividades del sistema financiero, en razón de que su labor es hacer rentables los proyectos de inversión. Resulta imprescindible que disfruten de autonomía para adoptar las medidas que eviten la inflación y se mantenga la estabilidad de precios. La autonomía de estas entidades se sitúa en la conveniencia de establecer mecanismos para luchar contra la inflación y evitar eventuales abusos de las políticas monetarias sustentadas en razones políticas.


La influencia de la política en la adopción de las medidas económicas y sus efectos nocivos se observa con mayor énfasis en los países subdesarrollados. El endeudamiento irresponsable, las políticas impositivas en perjuicio de la clase media, la devaluación monetaria, entre otras, causan estragos en los sectores más vulnerables de la población. La fluctuación monetaria resulta útil para abaratar costos, y puede generar guerras comerciales entre países, lo cual es sancionado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).  Así las cosas, los bancos centrales necesitan de cierta autonomía para ejercer ciertos controles cuando surgen catástrofes económicas y su función primordial es la emisión de billetes, centralizar las reservas monetarias y regular la circulación del dinero y el crédito . Claro, deben regularse seriamente debido a que desde que se suprimió toda referencia al patrón metálico, su poder para imprimir dinero es potencialmente ilimitada .


Los Bancos Centrales se encargan de fijar el tipo de interés, de la emisión de la moneda, ejecutar la política monetaria, regular el sistema bancario y financiero, prestarle al gobierno cuando se encuentre en serias dificultades, preservar las reservas de oro del Estado, entre otras obligaciones no menos importantes. Por ende, su nivel de independencia está fuera de todo cuestionamiento.


La relación que existe entre economía y política se proyecta en la política monetaria como una relación entre el banco y los poderes Ejecutivo y Legislativo. El estatuto de la institución debe consignar el procedimiento de nombramiento de su cúpula directiva. Estos aspectos configuran el nivel de independencia del banco de las instancias estatales.


No se debe olvidar que los bancos centrales pueden redistribuir la riqueza rápidamente en proporciones insospechadas .


En ese orden de ideas, resulta claro que las autoridades que dirigen la política monetaria y bancaria no deben obedecer directrices de dirigentes políticos, cuya permanencia en el Estado, así como los intereses que representan y defienden, es siempre fugaz, temporal. Por el contrario, las medidas que se adoptan en el ámbito financiero y económico deben tener vocación de permanencia durante el mayor tiempo posible, a fin de preservar la estabilidad de las operaciones financieras y económicas.


Se ha expresado que “la independencia de los bancos centrales fue en todo el mundo consecuencia de las tensiones inflacionistas creadas por decisiones preelectorales”.


La política monetaria es parte de la política económica; sin control de la primera sería difícil llevar a cabo una política fiscal acertada.

Referencias

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  ALEMÁN, José Luis, Una interpretación de la política monetaria y bancaria dominicana (1984-1999), Subdirección de Impresos y Publicaciones del Banco Central, Santo Domingo, 2000, pp. 271-272.
  “Banco Central de la República Dominicana”. (Recuperado el 20 de abril de 2023). Disponible en: https://www.bancentral.gov.do/
  ALEMÁN, José Luis, Una interpretación de la política monetaria y bancaria dominicana (1984-1999), ob. cit., pp. 272-275.
  PIKETTY, Thomas, El capital del siglo XXI, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2018, p. 701.
  ALEMÁN, José Luis, Una interpretación de la política monetaria y bancaria dominicana (1984-1999), ob. cit., p. 281,
SAMUELSON, Paul y NORDHAUS, William, Economía con aplicaciones a Latinoamérica, McGraw Hill, México D.F., 2010, p. 488.  
STIGLITZ, Joseph, La gran brecha, Penguin Random House, Madrid, 2021, p. 62.
BLANCHARD, Olivier; AMIGHINI, Alessia; GIAVAZZI, Francesco, en Macroeconomía, Pearson Educación, S. A., Madrid, 2012, p. 546.
PIKETTY, Thomas, El capital del siglo XXI, ob. cit., p. 701.
PÉREZ DE ARMIÑAN, Gonzalo, Economía Política, Editorial de Derecho Financiero, volumen II, Madrid, 1964, p. 283.
  PIKETTY, Thomas, El capital en el siglo XXI, ob. cit., p. 831.
SANZ ARCEGA, Eduardo, “El estatuto del Banco Central o el diseño de una institución clave para la prosperidad”, en Constitucionalizando la Globalización, ob. cit., pp. 953-954.
PIKETTY, Thomas, El capital en el siglo XXI, ob. cit., p. 836.
Un importante autor dominicano apunta que la inflación, devaluación y perversa distribución del ingreso hacen necesario liberar a los Bancos Centrales de “indebidas presiones superiores”. ALEMÁN, José Luis, Una interpretación de la política monetaria y bancaria dominicana (1984-1999), ob. cit., p. 283,
Después de la estanflación de los años setenta, los gobiernos y la opinión pública favorecieron que los bancos centrales fueran independientes del poder público, debiendo tener como principal objetivo una inflación baja. Además, restringieron con estatutos rígidos y misiones claramente definidas a los bancos centrales, puesto que tienen un poder ilimitado de creación monetaria. PIKETTY, Thomas, El capital en el siglo XXI, ob. cit., p. 844.
TIROLE, Jean, La economía del bien común, Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2021, p.182.

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