Cuando los gobiernos occidentales anunciaron su intención de congelar los activos del presidente ruso Vladimir Putin como castigo por la invasión de Ucrania, no había ningún indicio de que conocieran propiedades significativas que pudieran estar vinculadas a él; de hecho, se sabe muy poco sobre las posesiones de Putin y dónde podrían estar.
A pesar de años de especulaciones y rumores, el alcance de su riqueza sigue siendo abrumadoramente opaco, incluso cuando miles de millones de dólares se han deslizado a través de las cuentas de sus amigos cercanos y las propiedades de lujo se han conectado a los miembros de la familia.
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Oficialmente, el Sr Putin gana unos 140.000 dólares al año y posee un pequeño apartamento, según sus declaraciones financieras públicas. Pero eso no explicaría el “Palacio de Putin”, una vasta finca en el Mar Negro cuyo coste se estima en más de 1.000 millones de dólares, con un historial de propiedad bizantino que no incluye al presidente ruso, pero que ha estado vinculado a su gobierno de diversas maneras.
Las revelaciones tampoco darían cuenta del “Yate de Putin”, una embarcación de lujo de 100 millones de dólares vinculada a él desde hace tiempo en informes periodísticos. El yate, Graceful, fue rastreado cuando salía de Alemania con destino a Rusia pocas semanas antes de la invasión de Ucrania). También está el apartamento de 4,1 millones de dólares en Mónaco, comprado a través de una empresa offshore por una mujer que, según se dice, es la amante del Sr. Putin. Y está la costosa villa en el sur de Francia vinculada a su ex esposa.
Las estimaciones de lo que el Sr. Putin puede tener en secreto varían mucho. Una de las afirmaciones más sensacionales provino de Bill Browder, un financiero nacido en Estados Unidos al que se le prohibió la entrada a Rusia en 2005 tras enfrentarse a los oligarcas de ese país. Declaró ante el Congreso en 2017 que creía que la riqueza del Sr. Putin podría ascender a 200.000 millones de dólares, una suma extraordinaria que lo habría convertido en el hombre más rico del mundo en ese momento.
Anders Aslund, profesor adjunto de la Universidad de Georgetown y autor del libro de 2019 “Russia’s Crony Capitalism”, cifró la riqueza del presidente ruso en unos 125.000 millones de dólares. Sostuvo que gran parte de ella podría estar oculta en una red de paraísos fiscales en manos de los aliados, amigos y familiares del mandatario.