Nueva York.- Las élites de Nueva York a las que Anna Sorokin engañó haciéndose pasar por una heredera alemana probablemente sigan dándole la espalda, pero la impostora que inspiró la serie «Inventing Anna» tiene hoy un apoyo inesperado cinco años después de su arresto por estafa: el del mundo del arte.
Los artistas Alfredo Martínez y Julia Morrison presentan hasta este domingo en una galería del barrio del Lower East Side -no muy lejos del hábitat de la apodada «timadora del Soho»- la efímera exposición (de solo cuatro días) «Free Anna Delvey», que reúne cinco dibujos firmados por ella en cautividad y otros más realizados por creadores que se inspiraron en su caso.
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«Organizamos este ‘show’ para mostrarle el apoyo del mundo del arte, que ha visto su lucha. Cada mujer a la que hemos propuesto colaborar ha dicho que sí, su historia les afecta con fuerza. En un mundo desigual, algunas sienten que la única manera de progresar es mintiendo», dice Martínez a Efe por teléfono.
Sorokin, una alemana de origen ruso sin conexiones con la alta sociedad a la que fingía pertenecer, ha aprovechado creativamente su tiempo entre rejas desde que en 2017 fue detenida tras dejar una factura sin pagar de 11.500 dólares en un hotel de lujo.
Condenada por delitos financieros
Condenada a sus 31 años a entre cuatro y doce años de prisión en 2019, por distintos delitos financieros, fue liberada en febrero del año pasado por buena conducta, pero entonces asumió su custodia la agencia de Inmigración y Aduanas de EE.UU. (ICE, por su sigla en inglés), con la que mantiene un litigio para evitar su deportación.
De sus cerca de cuatro años privada de libertad, la joven reveló en el programa de máxima audiencia «Good Morning America», de ABC, que logró sacar algo parecido a un tratamiento «terapéutico» porque se dedicó a «leer y escribir», aunque parece que también emprendió una actividad rentable en su estancia carcelaria: el dibujo.
Sus garabatos en papel y lápiz, que colgaba en una web llamada «Anna Delvey Diaries» y en su cuenta de Instagram, llamaron la atención de Martínez, un artista neoyorquino con el concepto de fraude muy presente en su historia y trabajo, ya que pasó de cumplir una condena por copiar Basquiats a estar expuesto en el MoMA.
«Ella intenta exprearse»
En ese famoso museo cuelga una pieza de Martínez que representa un arma, sobre la que explica: «Yo estaba deliberadamente provocando a la prisión para ser noticia y causar controversia. Pero Anna intenta expresarse, ya que todo lo que diga puede ser usado en su contra en los tribunales».
En una de las piezas de la exposición que la «homenajea» se representa a sí misma con un vestido rojo de Alexander Wang, calcetines azules de presidiaria y esposas de Agent Provocateur (amante de la moda), incluyendo un «bocadillo» de pensamiento en el que clama «envíenme bitcóin» mientras usa el sistema de pagos de la cárcel.
Martínez, más interesado en sus dibujos «sarcásticos» que en su famosa historia -«estas cosas pasan en Nueva York cada par de semanas», apostilla- ha realizado reproducciones de los dibujos de Delvey de 55×76 centímetros que se venden por 10.000 dólares y cuya recaudación irá parcialmente a una ONG infantil y a la defensa legal de su autora.
Galería A2Z Delancey,
La inauguración en la galería A2Z Delancey, según un vídeo colgado por Delvey en su Instagram, congregó en torno a un concierto de música «grunge» y grafitis a decenas de personas que «corearon» y reivindicaron su puesta en libertad aduciendo que ha cumplido su condena y pagado una compensación económica.
Su llegada a la esfera artística no termina ahí: la organización Founders Art Club, que representa a Martínez, presentará en abril la primera exposición en solitario de esa «socialité» de postín reconvertida en fenómeno mediático, y ha abierto una lista de espera para poder verla y recibir notificaciones para adquirir sus piezas.
Con el bombazo de Netflix «Inventing Anna», en la que la actriz Julia Garner («Ozark») interpreta a Sorokin, la estafadora recibió 300.000 dólares por asesoramiento de la serie, cantidad superior a los 200.000 dólares que estafó a hoteles y bancos.