Brasilia.- El Gobierno de Brasil lamentó este sábado las críticas «no constructivas», «ni útiles», de la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, sobre el viaje del presidente Jair Bolsonaro a Rusia en plena escalada de las tensiones internacionales por Ucrania.
«Las posiciones de Brasil sobre la situación de Ucrania son claras, públicas y fueron transmitidas en repetidas ocasiones a las autoridades de los países amigos y manifestadas en el ámbito del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas», afirmó la Cancillería brasileña en una nota oficial.
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La Administración de Bolsonaro respondió así a las declaraciones que dio Psaki el viernes, cuando dijo que Brasil «parece estar al otro lado de donde está la mayor parte de la comunidad global», al referirse al viaje de esta semana del gobernante suramericano a Rusia.
«El Ministerio de Relaciones Exteriores no considera constructivas, ni útiles, extrapolaciones semejantes sobre el discurso del presidente», indicó el comunicado de la diplomacia brasileña.
Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña y quien se declara «amigo» del expresidente estadounidense Donald Trump, realizó entre el lunes y el jueves un viaje oficial a Rusia, donde se reunió con su homólogo ruso, Vladímir Putin.
En Moscú, el mandatario brasileño dijo ser «solidario» con Rusia, sin mencionar en qué asunto, y reiteró que desea «la paz en el mundo», en un momento en que miles de soldados rusos están desplegados en la frontera con Ucrania, que teme una invasión en los próximos días.
En la víspera, Bolsonaro insistió en que su visita a Rusia respondió a motivos puramente económicos y que en ningún momento fue para «tomar partido» por alguna de las partes enfrentadas.
«Yo hablé el mensaje de la paz. No fuimos para tomar partido por nadie», se defendió el presidente durante una transmisión en directo vía redes sociales.
La visita a Moscú también le valió a Bolsonaro críticas de muchos de los activistas de ultraderecha que respaldan a su Gobierno.
Uno de los más duros fue el diplomático Ernesto Araújo, quien fue canciller durante los dos primeros años de la gestión de Bolsonaro y protestó por la visita del mandatario a Rusia, un país al que acusó de «apoyar regímenes narco-socialistas», entre los que citó el caso de Venezuela.