San Isidro Labrador.- Activistas de derechos humanos y cientos de pobladores del departamento de Chalatenango, en el norte de El Salvador, conmemoraron este sábado el 42 aniversario de la masacre de cientos de civiles a manos del ejército en la conocida “guinda (huida) de mayo”, que también derivó en la desaparición forzada de más de 150 niños en el marco de la guerra civil (1980-1992).
La conmemoración comenzó con una caminata de unas 300 personas en la zona del operativo militar, cercano al río Sumpul, donde se arrojaron flores a las aguas del afluente en memoria de las víctimas, se dieron testimonios y se llevó a cabo una misa católica.
La directora de la organización de búsqueda de niñez desaparecida durante la guerra civil Pro-Búsqueda, Ana Escalante, dijo a EFE que el operativo de 1982 fue ejecutado por soldados de élite del Ejército.
“Para la población es importante recordar estas fechas no como una forma de resaltar sus heridas sino una forma de reivindicar a sus seres queridos, a quienes no sobrevivieron”, indicó.
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Detalló que los niños desaparecidos únicamente se ha reencontrado “un porcentaje mínimo y todavía falta por localizar más”, dado que su organización únicamente tiene una muestra de 52 registros.
La defensora de derechos humanos sostuvo que esta conmemoración también sirve para “visibilizar los derechos que no se han cumplido”, que son “verdad, justicia y reparación para las víctimas sobrevivientes”.
Estos asesinatos y desapariciones se registraron en 1982 y fueron perpetrados por miembros de los batallones Ramón Belloso y Atlácatl, este último también señalado de asesinar a unos 1.000 civiles en 1981 en la masacre de El Mozote, una de las más crueles de la guerra civil salvadoreña.
Escalante sostuvo que es necesario que este tipo de hechos reciban justicia como una medida para no repetir, porque “cuando no existen medidas de justicia para aquellos que perpetraron graves violaciones a derechos humanos, una sociedad corre el riesgo de repetir los hechos”.
Actualmente existen procesos penales abiertos en el caso del asesinato de san Óscar Arnulfo Romero (1980), la masacre de unos 1.000 campesinos en la remota localidad de El Mozote (1981), el asesinato de seis padres jesuitas (1989), cinco de ellos españoles, y dos de sus colaboradoras, entre otros hechos.
La guerra salvadoreña, que enfrentó al Ejército, financiado por Estados Unidos, y a la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), dejó un saldo de 75.000 muertos y 8.000 desaparecidos.