Hace unos años atrás un desastre ambiental de gran magnitud golpeo la provincia de Bagua, Perú, con el derrame de aproximadamente dos mil barriles de petróleo en el río Chriaco, un afluente del río Marañón. Este incidente puso en peligro la calidad del agua potable en la región, convirtiendo el área en un epicentro de crisis ambiental.
Según expertos, una sola gota de petróleo puede contaminar hasta 25 litros de agua potable, lo que sugiere que los dos mil barriles derramados podrían a ver afectado enormemente a la región, con una estimación de hasta 159 mil millones de litros de agua contaminada. Esta cifra, equivalente a 64 mil piscinas olímpicas llenas, subraya la gravedad del desastre y sus consecuencias para la salud pública y el ecosistema local.
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Esto demostró que la contaminación por petróleo no solo impacta a las aguas dulces y saladas, sino que también crea una película impermeable que afecta gravemente a la fauna marina, especialmente a mamíferos y aves. Además, esta capa obstaculiza el intercambio gaseoso y la entrada de luz solar, elementos esenciales para el fitoplancton y la fotosíntesis, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la cadena alimentaria y la biodiversidad del área afectada.
Las autoridades locales y las organizaciones ambientales han instado a una respuesta urgente y coordinada para contener y mitigar el daño causado por este desastre. La situación no solo amenaza la vida silvestre, sino también el suministro de agua potable para miles de personas en la región amazónica.
