viernes, julio 26, 2024
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¡Eutanasia Política! Calificación al discurso de Fernández

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Por Alexander Barrios-Productor y comunicador

En la arena política, el tiempo es un juez implacable que no perdona ni a los más venerados estadistas. Tal es el caso del Dr. Leonel Fernández, quien, tras tres presidencias en la República Dominicana, sigue intentando aferrarse a una cuarta oportunidad con desesperación, a pesar de mostrar cada vez más signos evidentes de agotamiento político y discursos cada vez más erráticos.

Ya lo he comentado en varias oportunidades en el programa “No se diga más”, que transmitimos todas las mañanas a través de Top Latina 101.7, pero no aguanté la tentación de ahora escribir sobre el tema, justo luego de escuchar la alocución que el candidato presidencial de la Fuerza del Pueblo, dirigió al país este jueves en la noche, refiriéndose a los resultados obtenidos por el oficialismo y sus aliados en las elecciones municipales del pasado domingo 18 de febrero.

Es indudable que Fernández fue en su momento un líder respetado, reconocido por su agudeza intelectual y su capacidad para gobernar. Sin embargo, el paso del tiempo está dejando huellas imborrables en su figura, haciéndolo ver como en el caso de esta alocución en cadena nacional, como un político errático que lucha por mantenerse relevante en un panorama que ha evolucionado más allá de sus habilidades.

El Dr. Fernández debería reconocer su realidad política y asumir la inevitable agonía que enfrenta en su carrera. Así como un paciente terminal tiene derecho en algunos países, a decidir sobre su propia muerte digna, Fernández debería considerar aplicar una suerte de «eutanasia política«, y hacerse a un lado de manera digna y respetable.

Es comprensible que la política sea un campo en el que la pasión y la ambición pueden nublar el juicio, pero llega un momento en el que es necesario aceptar los límites de uno mismo y actuar en consecuencia.

La persistencia obstinada del Dr. Fernández solo contribuye a debilitar su legado y a generar un ambiente de incertidumbre entre los que aún le siguen. Y en mi opinión muy particular, empieza a salpicar con sus efectos negativos, la prometedora carrera política de su heredero.

Un retiro digno no es una señal de debilidad, sino de madurez y honestidad consigo mismo y con los muchos o pocos que le han seguido en la conformación de la tolda verde. Ser capaz de reconocer cuándo es momento de ceder el paso, es un acto de humildad y responsabilidad que engrandece a un líder.

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