viernes, mayo 3, 2024

Miles de ucranianas desafían la incertidumbre de la guerra para convertirse en madres

Miles de ucranianas desafían la incertidumbre y los desafíos que trae consigo la invasión rusa para tener hijos, mientras la tasa de natalidad ha caído al nivel más bajo en décadas y el país experimenta una profunda crisis demográfica.

187.000 niños nacieron en Ucrania en 2023, un 32 % menos que en 2021, el año anterior a la invasión, según datos del Gobierno, en gran parte porque millones de mujeres abandonaron el país, mientras que aquellas que decidieron quedarse se han enfrentado a una serie de desafíos.

«Es muy incómodo convertirse en madre ahora mismo», dijo Liudmila Primenko, de 32 años y vecina de Dnipró (centro). Su hospital materno infantil fue bombardeado el pasado diciembre y todavía no sabe dónde va a dar a luz.

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No obstante, Primenko ha observado recientemente un ‘baby boom‘ entre sus amigas que viven también en la ciudad, blanco habitual de ataques rusos.

«Después de tanta incertidumbre al inicio de la invasión, muchas parecen haberse cansado de esperar», explica.

Desafiando las dificultades

«Cada vez que veo a mi hija sonreírme y mirarme con tanto cariño y amor, siento que todos los esfuerzos han merecido la pena», contó Jristina Shumska, de 35 años y residente en Leópolis (oeste).

Shumska y su marido aplazaron sus planes de tener hijos cuando Rusia empezó a concentrar sus tropas cerca de la frontera ucraniana en 2021.

Sin embargo, los dos ya mediada la treintena, sentían que no podían esperar mucho más tiempo, después de que fuera evidente que la invasión no iba a terminar pronto. «Nadie sabía cuándo iba a terminar la guerra«, explicó.

Shumska dio a luz a su primera hija, Viktoria, hace poco más de un año. Mientras trabaja a tiempo parcial para una empresa de informática, ha estado ocupándose sola del bebé, con la ayuda de su madre, puesto que su marido fue movilizado por el Ejército hace ocho meses.

«Ahora para Viktoria hago de madre y de padre», afirmó.

El Estado paga a Shumska el equivalente a unos 40 euros de pensión alimenticia, tras una ayuda inicial de 250 euros.

Más mujeres se plantearían tener hijos si pudieran permitirse contratar a una niñera, ante la falta de otras opciones de cuidado infantil a edades tempranas en Ucrania, o si recibieran formación sobre cómo cuidar de su primer hijo -como ocurre en Países Bajos-, sugirió.

Sin refugios antiaéreos cerca, a Shumska le inquieta que un misil ruso pueda impactar en su bloque de viviendas, mientras que también la acompaña la preocupación de si su marido regresará de la guerra vivo y con buena salud.

Estrés constante

«El estrés está teniendo un claro efecto negativo para la salud de las mujeres, lo que les dificulta quedarse embarazadas e incrementa el riesgo de perder al niño», dijo Ksenia Jazhilenko, especialista reproductiva en la Clínica Académico Grishchenko de Kiev.

«Nunca he visto tantos abortos en toda mi carrera como en los primeros tres meses de la invasión. Solo hablar de ello me trae recuerdos horribles», subrayó.

A pesar de todo, un gran número de mujeres siguen dispuestas a tener hijos y acuden a Jazhilenko en busca de ayuda.

Después de cada gran ataque ruso, la clínica se llena rápidamente y la especialista hace a menudo las veces de psicóloga para ayudar a unas mujeres que define como «frágiles y valientes».

La propia clínica abrió en diciembre de 2022 en medio de los cortes eléctricos causados por los ataques rusos contra la infraestructura energética ucraniana.

Por ello hubo que desarrollar un sofisticado sistema de acumuladores y los médicos pasaron allí noches asegurándose de que no se veían interrumpidos los complejos procesos para crear embriones a través de técnicas de fertilización in vitro.

El Estado debería garantizar que las familias de los soldados tengan un acceso más sencillo a las tecnologías de reproducción asistida, dijo Jazhilenko, en cuya clínica se almacenan también muestras de semen de soldados.

«Sería lo lógico ayudar a las familias de nuestros mejores hombres», subrayó.

No obstante, la seguridad sigue siendo la preocupación principal. «Estamos luchando por preservar la vida. A veces tengo mucho miedo de qué pasará si nuestros chicos no consiguen repeler a los rusos», afirmó. 

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