El gobierno panameño está considerando cerrar su frontera con Colombia debido al drástico aumento de la migración irregular a través del peligroso Tapón del Darién. Este año, las cifras de migrantes que han cruzado alcanzan un récord de 307,000, superando las 248,000 del año pasado.
El Ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino, lamentó la falta de cooperación internacional en la gestión de la crisis migratoria. “A pesar de nuestro esfuerzo por colaborar con países de origen y tránsito de migrantes, las respuestas han sido insuficientes. Nos encontramos con una movilidad humana sin precedentes, recibiendo entre 2,000 y 3,000 personas diariamente», señaló.
El anuncio se produce dos semanas después de que Panamá acusara a Colombia de no hacer lo suficiente para detener el flujo migratorio a través de la selva del Darién, una de las más peligrosas del mundo. Panamá ha invertido más de 60 millones de dólares en el manejo de la crisis y también ha destacado el daño ambiental considerable que la migración no regulada ha causado en áreas ecológicas sensibles.
Jorge Gobea, director del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá, hizo hincapié en la complejidad del problema. «No solo enfrentamos una crisis humanitaria, sino también ambiental, con más de 60,000 toneladas de basura en nuestros ríos y la introducción de enfermedades no endémicas», explicó.
Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, la mayoría de los migrantes son venezolanos, seguidos de haitianos, ecuatorianos y un número creciente de chinos. Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá, reveló que «171,043 son venezolanos, 40,000 son ecuatorianos, casi 35,000 son haitianos y estamos observando un aumento en el número de ciudadanos chinos”.
El tema de la migración se abordó recientemente en la IV Reunión Plenaria de la Conferencia Regional sobre Migración y la Conferencia Suramericana sobre Migraciones que se llevó a cabo en Panamá. Según Pino, el tema ha «caído en oídos sordos» entre algunos países de América del Sur, lo que podría obligar a Panamá a tomar decisiones unilaterales para controlar la crisis.
Con la presión aumentando tanto a nivel humano como ambiental, Panamá se ve forzado a considerar medidas drásticas para controlar la situación.