Se acerca el fin del año, tiempo destinado a enfocarnos en la familia, los amigos y todo aquello por lo que estamos agradecidos. Algunas personas pueden sentir ansiedad, tristeza e incluso depresión por la pérdida de seres queridos, por encontrarse lejos de su familia o por alguna ruptura sentimental. Es difícil mantener la exultación, pero debemos tratar de no caer en la oquedad de la pesadumbre, toda vez hay una forma no muy compleja de inocular estos sentimientos negativos, y rescatar el verdadero espíritu de las festividades: la vacuna de la gratitud.
¿Qué es la gratitud?
Es el sentimiento de valoración y estima de un bien recibido, inmaterial o corpóreo, el cual se expresa en el deseo voluntario de correspondencia a través de las palabras o de un gesto, verbigracia: agradecer por haber sanado una enfermedad; sentirse feliz por las amistades que forman parte de nuestras vidas; recordar con júbilo las experiencias que nos hicieron o nos hacen experimentar alegría en ciertos momentos; o por la sencilla razón de estar vivos.
Ser agradecidos nos hace fuertes e increíblemente poderosos, no solamente a nivel personal en lo que respecta a nuestras emociones, sino también para con el entorno en el que nos desenvolvemos diariamente, pues al transmitir ese sentimiento generamos mayor nivel de cercanía relacional.
El agradecimiento constante nos permite enforcarnos y valorar lo que tenemos, evitando distracciones negativas generadas por aquello que entendemos que nos hace falta. Comenzamos a mirar la vida desde una óptica filtrada que nos permite desprendernos de la queja, y sustituirla por satisfacción.
La gratitud está vinculada al bienestar. Múltiples estudios sobre el tema sugieren que las personas que practican la gratitud parecen ser más optimistas, complacidas con su vida y conectadas con otros; en comparación con aquellas que reflexionan sobre las dificultades diarias o los sucesos de todos los días. Otro estudio propone que la gratitud está vinculada con sentirse bien sobre la vida, ser optimista y tener una buena conexión social.
Presten atención a la presente anécdota: cuando fue gobernador de Arkansas, Winthrop Rockefeller se presentó ante una audiencia de neoyorkinos que le recibió con un caluroso aplauso y le agradeció de la siguiente manera el recibimiento: “vuestra amable y calurosa acogida me recuerda el caso de aquel granjero, que se levantó temprano una fría mañana de invierno y se fue al establo a ordeñar su vaca. Después de terminar, la vaca se volvió hacia él y le dijo: gracias por esa mano caliente”.
Finalmente, me parece propicio terminar estas líneas con la frase de Max Lucado: el corazón grato “es como un imán que recoge durante el día razones para estar agradecido”.