Redacción.- El 12 de noviembre del 2001, el vuelo 587 de American Airlines cayó en Bell Harbor de Queens, a pocos minutos de despegar del aeropuerto John F. Kennedy, rumbo a República Dominicana.
En la aeronave viajaban 251 pasajeros, en su gran mayoría dominicanos, incluyendo dos pilotos y siete asistentes de vuelo. Cinco personas también murieron en tierra, un hecho que conmovió a toda una población.
Las cadenas de noticias transmitían a cada minuto las incidencias del siniestro. La secuela del 9/11 era muy reciente y poderosa.
Y mientras muchos se preguntaban qué estaba ocurriendo, otros llamaban desesperadamente a las aerolíneas para saber de sus familiares; tal fue el caso de Altagracia Estrella, quien intentaba saber si su hermana Clara de la Cruz, y otros cuatro familiares que estaban supuesto a tomar ese vuelo, finalmente habían tenido el fatídico destino.
El Comité Nacional de la Seguridad del Transporte (National Transportation Safety Board- NTSB) descartó la posibilidad de un ataque terrorista, luego de que en su investigación se revelara que el accidente fue causado por el uso excesivo del timón del avión, lo cual causó que el estabilizador vertical del avión se desprendiera de la nave.
El NTSB dijo en dicho reporte que el copiloto reaccionó agresivamente para tratar de estabilizar el vuelo 587 tras verse afectado por una fuerte turbulencia; la misma pudo haber sido causada por un avión Boeing 747-400 de American Airlines que despegó momentos antes rumbo a Japón.