Los Ángeles.- Con estupendos papeles de reparto en «Pretty Woman» (1990) o «The Princess Diaries» (2001), Héctor Elizondo es uno de los secundarios más conocidos y requeridos de Hollywood. Sin embargo, el veterano actor latino aseguró con excesiva modestia que ante la cámara no hace nada llamativo ni especial.
«A mí me dijeron hace tiempo: ‘Elizondo, tienes algo especial en la mirada. Déjate llevar, deja que la cámara haga el trabajo por ti, haz poco. Asegúrate de que mantienes la energía en tu interior'», explicó en una entrevista telefónica con Efe.
«No es como el teatro, que requiere otro tipo de energía cinética. Ante la cámara, tienes que dejar que ella decida si le gustas o no. Si haces eso, verás que sucede algo (…). La cámara es algo efímero y yo hago mucho con muy poco», comentó entre risas.
Elizondo (Nueva York, 1936) celebra este martes los veinte años de «The Princess Diaries», una comedia familiar muy popular que protagonizaron Anne Hathaway y Julie Andrews y que en Estados Unidos se puede ver ahora en la plataforma Disney+.
Dirigida por su «querido amigo» Garry Marshall, «The Princess Diaries» narraba la divertida historia de una adolescente estadounidense (Hathaway) que, de la noche a la mañana, descubría que era la heredera de la corona de un país ficticio llamado Genovia.
Elizondo dijo que esta cinta, que sigue teniendo muchos fans, combina los elementos de «Cenicienta» y «El patito feo» y aseguró que «empodera a las mujeres de una manera subliminal pero importante».
«Creo que por eso es tan duradera: es universal», defendió sobre una película que tuvo una secuela con el mismo reparto titulada «The Princess Diaries 2: Royal Engagement» (2004).
JOE FRENTE A HATHAWAY Y ANDREWS
Con un personaje muy similar al del encantador y diligente Barney Thompson de «Pretty Woman», Elizondo dio vida en «The Princess Diaries» a Joe, quien, en palabras del actor,, era «algo así como un mentor o un protector» de Mia (Hathaway).
«De verdad echo de menos los tiempos en los que me dejaban interpretar a tipos malos…», apuntó divertido.
Joe acompaña a Mia en su camino desde San Francisco a la realeza europea pero, durante el trayecto, también le da tiempo de flirtear con la reina Clarisse (Julie Andrews).
«Fui muy afortunado de trabajar con mujeres maravillosas: una joven como Hathaway y una de mi edad como Andrews», afirmó.
Junto a la estrella de «Mary Poppins» (1964) Elizondo firmó una de las escenas más conocidas de la cinta cuando Joe y Clarisse bailan un danzón cubano muy sensual.
«Era una tensión romántica muy sutil y eso estaba muy bien. Es algo que no se ve ya a menudo porque ahora todo se expone de golpe, pero esto tenía una cierta tensión romántica y maravillosa al estilo antiguo», describió.
Elizondo tampoco se quedó corto en sus piropos a Hathaway, que tenía 18 años cuando «The Princess Diaries» se estrenó.
«Tenía ya un buen sentido de la madurez para escuchar. Ese es el arte verdadero de todo: escuchar a la gente que está ahí para ayudarte», apuntó sobre Hathaway, a quien definió como «muy inteligente» y de quien ensalzó su «fortaleza» y «carácter».
GARRY MARSHALL Y EL DESTINO
Con ascendencia puertorriqueña y española, Elizondo ha dejado su huella en otras películas como «The Taking of Pelham One Two Three» (1974) y últimamente se le ha visto en la serie «Last Man Standing» (2011-2021).
Sin embargo, su trayectoria está muy vinculada al director Garry Marshall, con quien trabajó en 18 películas incluyendo, además de las mencionadas «Pretty Woman» y «The Princess Diaries», cintas como «Overboard» (1987), «Frankie and Johnny» (1991) o «Runaway Bride» (1999).
«No éramos iguales pero nuestras diferencias nos complementaban», aseguró sobre el cineasta fallecido en 2016, a quien le unía una gran amistad.
Ahora resulta muy difícil imaginar a Elizondo fuera de la interpretación, pero el artista indicó que fue «el destino» quien le acabó llevando a la actuación.
«No tenía ningún plan o sueño de actuar cuando era un niño: lo que yo quería era jugar para los New York Yankees», dijo con una carcajada.
De joven fue cantante de jazz pero no tenía muy claro su rumbo hasta que encontró en el teatro una pasión que, al final, cambiaría su vida para siempre.
«Me pareció algo maravilloso esa forma de contar historias. El hecho de que fuera en vivo, que emocionara a la gente, la energía que había en el teatro… Dije: ‘Aquí hay algo’. Por supuesto, seguí ese camino poco a poco y así fue como sucedió», cerró.