jueves, enero 30, 2025
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Politólogos coinciden urge renovar liderazgo político tras elecciones

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En un análisis profundo sobre el panorama político postelectoral, los reconocidos politólogos Felipe Vallejos y Melvyn Pérez ofrecen sus perspectivas acerca de los desafíos y las oportunidades que aguardan a la República Dominicana tras el 19 de mayo. Coinciden en un punto determinante: la necesidad imperiosa de una renovación en el liderazgo político del país.


Vallejos y Pérez destacan que, con la consolidación del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en el poder, la oposición se enfrenta a un nuevo escenario político que demanda una reestructuración estratégica y la emergencia de “nuevas caras”. En este contexto, es fundamental que la oposición no solo presente un cambio de liderazgo, sino también una renovación en sus enfoques y tácticas para enfrentar los retos de este nuevo ciclo político que se vislumbra en el horizonte nacional.


Según Vallejos, tras las elecciones presidenciales y legislativas, los llamados “tres grandes” partidos políticos de la República Dominicana: PRM, PLD y FP, continuarán siendo los actores principales y mayoritarios en la escena política durante el período 2024-2028. Contrario a las predicciones que sugerían la desaparición de uno de ellos en favor de otro, estos partidos mantienen su relevancia y liderazgo.


En el caso del PRM, la reelección del presidente actual, Luis Abinader, marca un período de consolidación del poder obtenido en las elecciones de 2020. Este fenómeno refleja similitudes con el ascenso del PLD bajo el liderazgo de Leonel Fernández en 2008 y de Danilo Medina en 2016, quienes también experimentaron momentos de fortalecimiento y predominio político durante sus mandatos.


No solo han ampliado su dominio en las alcaldías respecto al año 2020, sino que también parecen mantener un firme control sobre la presidencia. Todo apunta a que incrementarán su presencia en el Congreso Nacional, con algunas voces hablando incluso de una “súper mayoría” en ambas cámaras. Este panorama refleja el momento de fortaleza que atraviesa el oficialismo y, al mismo tiempo, pone de relieve las tensiones y debilidades que enfrenta la oposición, especialmente después de la fractura sufrida por el PLD en octubre de 2019.


Así como se consolidará su poder, el PRM enfrentará dos desafíos importantes: por un lado, la capacidad de gobernabilidad en función de un presidente que no puede reelegirse y que, por ende, tendrá que lidiar con funcionarios aspirando a la presidencia y dirigentes del partido haciendo lo propio. El segundo desafío será estrictamente económico, ya que hay reformas impostergables como la discusión fiscal antes de que acabe el 2024, lo que llevaría a un desgaste y la cesión de capital político acumulado a la fecha.  


En lo que respecta al PLD y al FP, si bien comparten un origen común en términos políticos y sociales, la emergencia de nuevas figuras en ascenso dentro de ambos partidos sugiere que es menos probable que uno de ellos desaparezca. En cambio, es más plausible que se dirijan hacia una coexistencia política, donde la ciudadanía elija entre uno y otro en función de los líderes que encabecen sus respectivas administraciones.


Esto solo será posible si ambas colectividades entienden su rol mirando al 2028, donde será imprescindible renovar voces y liderazgos, o en su defecto otorgar espacio a nuevas caras, apelando a construir una unidad que se asemeje más a un auténtico bloque monolítico y no a una “alianza rara”.  


Melvin Pérez refiere que el día 20 de mayo, los dominicanos “amanecerán”  con los resultados electorales a mano. Algunos estarán preguntándose qué ocurrió, otros ¿qué ocurrirá a partir de ahora? Estas elecciones vislumbran una reconfiguración significativa del panorama político, superando las expectativas incluso en comparación con otros momentos similares, como los comicios de 2016 o 2008, donde un presidente buscaba la reelección.

Melvyn, Pérez. Politólogos coinciden urge renovar liderazgo político tras elecciones


Ese reacondicionamiento o redistribución de fuerzas ya inició en el año 2020, y responde a la desaparición paulatina del liderazgo tradicional. Es algo mucho más cercano a lo que vimos que ocurrió a partir de 1994: el cierre de un ciclo político. Podríamos decir que en 2020 inició algo muy parecido: una crisis política que daba espacio a un nuevo liderazgo, junto a la desaparición política de quienes protagonizaron las últimas décadas.  

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¿Qué esperar?


La incógnita sobre el futuro político se despejará según el desenlace de las elecciones, y es factible contemplar varios escenarios hipotéticos:


En el primero, si el PRM consigue una mayoría como pronostican la mayoría de las encuestas, revalidaría su éxito electoral como en las votaciones de febrero pasado. En este contexto, el partido se adentraría en un proceso de reorganización y equilibrio interno, en busca de prepararse para los comicios del año 2028. Se espera que surjan aspirantes a suceder al presidente Abinader, lo que requerirá la apertura de nuevos espacios dentro del partido.


¿Presenciaremos cambios en posiciones claves? ¿Habrá una reestructuración del gabinete? ¿El presidente Abinader confiará en el equipo actual para llevar a cabo las ambiciosas reformas que tiene en mente, como la tan esperada reforma fiscal, la reforma constitucional o la revisión del Código Penal? Estas transformaciones necesitarán el respaldo crucial del Congreso, cuyo apoyo dependerá del éxito del 19 de mayo.


Tampoco podemos pasar por alto la influencia que podrían tener los nuevos aliados, que provienen de otros partidos con estructuras y un caudal importante de votos. Hablamos de figuras de peso, como por ejemplo: ¿cómo acomodar a Julio César Valentín a partir del 16 de agosto? Y no olvidemos los compromisos dentro del mismo partido, por ejemplo, ¿qué hacemos con Faride? El caso de Guillermo Moreno, si pierde, es otro tema: habría que ver si se le integra en el gobierno del PRM o qué rumbo tomaría su carrera política.

Un segundo escenario

En el segundo escenario, nos encontramos ante la posibilidad de una segunda vuelta. ¿Lograrán el PLD o la Fuerza del Pueblo pasar esta prueba? Eso está por verse. Sin embargo, lo que sí es claro es que una segunda vuelta implicaría la desaparición institucional del tercer partido. Si Fernández calificara para una segunda vuelta, significaría la capitulación del núcleo duro del PLD, liderado por Danilo Medina. Para el PLD, el desafío sería resistir en las legislativas y formar un bloque sólido en la Cámara de Diputados, además de mantener en sus filas a los legisladores que superen la prueba. Desde 2019, el desafío del PLD ha sido controlar la pérdida de dirigentes que abandonan la organización, y hasta ahora ha fracasado en contener el transfuguismo.


En cuanto a la Fuerza del Pueblo, en tercer lugar, una segunda vuelta no implicaría tantos cambios: seguiría siendo un partido bajo el control de Leonel Fernández.


Lo que sí está claro es que nos encontramos en medio de un cambio de ciclo político, en el que se disputa la hegemonía del sistema político. Se habla de un retiro del liderazgo político, del grupo hegemónico que ha dominado la escena política desde la era post-Balaguer. En este contexto, surge la gran pregunta: ¿Luis Abinader liderará este nuevo ciclo o impulsará una transición más formal e institucional dentro de su partido?


Entre todas estas expectativas, no podemos pasar por alto la potencial crisis que podría surgir si, para el 19 de mayo, la Fuerza del Pueblo no ha resuelto sus problemas en la circunscripción 1 del Distrito Nacional y mantiene el caso judicializado, lo que podría incidir en los resultados del 19-M y, además, truncar carreras políticas.

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