Muchas veces, el contexto en el que se desarrollan los eventos es igual o incluso más importante que la situación misma. Son estos matices, estas circunstancias, los que subrayan la importancia crucial del contexto para ponderar los acontecimientos. En ese mismo sentido, debemos evaluar la gestión del actual presidente en su justa medida, ponderando cómo este se enfrentó y adaptó a los desafíos que encontró en el camino.
Una pandemia global que paralizó el mundo; dos guerras que han amenazado con escalar a guerras mundiales, desestabilizando por completo el comercio mundial, las cadenas de suministro y las relaciones internacionales; un deterioro en las relaciones con Haití y el aumento palpable de las tensiones en la zona fronteriza como nunca se había visto desde la instauración de la República; y sumado a todo lo anterior, eventos climáticos inminentes que nos demuestran con cada embestida lo vulnerable y propensa que es nuestra pequeña isla.
Ante este panorama, navegando en medio de todas estas adversidades, no solo hemos logrado mantenernos a flote, sino que hemos superado todas las expectativas, y logrado cumplir con tareas pendientes que durante mucho tiempo de calma y estabilidad mundial no fueron posibles bajo la administración pasada.
Hemos dado pasos agigantados en materia de turismo, recaudación, energía, salud, seguridad alimentaria, infraestructura, transporte y seguridad. La estabilidad económica ha sido una de las grandes victorias de este cuatrienio, destacándose también el crecimiento económico sostenido, el incremento en la inversión extranjera y una notable reducción en los índices de corrupción.
Estos logros son el testimonio de una administración comprometida no solo con el mejoramiento económico, sino también con la justicia social y la equidad. Pero aún queda trabajo por hacer; reconocemos que tenemos tareas pendientes en cuanto al manejo del agua, el sargazo, la protección a las mujeres y el aumento de los niveles en las pruebas de desempeño educativo.
No solo con palabras, sino con hechos, se ha demostrado que una buena administración cumple lo que promete. Personalmente, reconozco que los tres logros más impactantes son: en primer lugar, el desarrollo sostenible y planificado de Pedernales; en segundo lugar, la recuperación económica facilitando el comercio y las exportaciones, con instituciones como la Dirección General de Aduanas a la cabeza; y en tercer lugar, una política adecuada y palpable en materia de vivienda dirigida eficientemente por el Ministerio de Vivienda, que ha llevado techo a muchos dominicanos que durante muchos años anhelaron poder tener un hogar.
Esta sociedad no es la misma que en 2020. Ha cambiado, y ese cambio lo inició Luis Abinader, junto con un grupo de hombres y mujeres, entre los cuales orgullosamente se encuentra mi familia.
A medida que nos acercamos a las próximas elecciones, la importancia de la continuidad en el liderazgo se hace más evidente. La reelección de Luis Abinader no es solo deseable; es crucial para mantener la dirección positiva y proactiva que ha caracterizado su administración. Este 19 de mayo, tenemos la responsabilidad de asegurar que el cambio no solo permanezca, sino que evolucione y se expanda; tenemos el compromiso de hacer que el cambio sea irreversible.