África.- Habitantes de Sierra Leona intentan por todos los medios hacer frente a la que se considera la peor epidemia de drogas de África, causada por una devastadora sustancia sintética conocida como kush, señaló un reciente informe de Associated Press (AP).
Con un servicio de salud limitado, poca ayuda gubernamental y callejones repletos de niños y jóvenes sumidos en la adicción a esta mezcla de opiáceos, cannabis y sustancias químicas, una comunidad de un suburbio de la capital, Freetown, le apuesta a un centro de tratamiento dirigido por voluntarios que opta por métodos y medidas, que para algunos son duras y poco ortodoxas.
Creado en 2023, el lugar funciona en un edificio abandonado donde confinan a los pacientes a petición de sus familias y a veces son encadenados para evitar que escapen. En medio de la soledad y el encierro, los adictos no tienen mucho más que hacer más allá que enfrentar sus ansias de consumo.
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La idea proviene de una antigua práctica utilizada en el único hospital psiquiátrico del país, que les resultó efectiva a los voluntarios al inicio de su proyecto, cuando intentaban ayudar al hermano de un colega, de 21 años. El joven permaneció encerrado durante dos meses al fracasar los intentos de persuasión y las amenazas, pero luego se sintió curado, regresó a la universidad y agradeció a sus ‘captores’ por haberlo ayudado. Confesó que pensar en su familia, y el miedo al abandono de sus amigos y a perder sus estudios fueron sus motivaciones para dejar la droga.
Se calcula que la comunidad del barrio de Bombay ha tratado entre 70 y 80 personas, siendo el más joven de ellos un adolescente de 13 años, enviado allí por su padre. Según cuenta Suleiman Turay, un entrenador de fútbol local que colaboró con la inauguración del centro, la gente de los alrededores coopera con lo que puede. «Algunos traen comida, otros traen agua y hacen todo lo que pueden para ayudar», detalló. El sitio es visitado de vez en cuando por un médico, y al parecer, la Policía no está al tanto ni de su existencia ni de las prácticas que allí se realizan.
Desafío sin precedentes
En abril pasado, el presidente de Sierra Leona, Julius Maada Bio, declaró al consumo de drogas como «emergencia nacional» con el fin de ampliar el alcance del impuesto gubernamental a la fuerza laboral y adoptar un enfoque multifacético para abordar el aumento de la epidemia de kush. De este modo, anunció la puesta en marcha de un grupo de trabajo para implementar una estrategia centrada en la prevención, los cuidados y tratamientos en centros asistenciales capacitados que involucren el trabajo en las comunidades.
De acuerdo con Daphne Moffett, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en Sierra Leona, el mayor desafío a esta crisis es la composición cambiante de esta droga. Han surgido rumores de que además de drogas sintéticas como el fentanilo y el tramadol, o sustancias químicas como el formaldehído (usado ampliamente como bactericida o conservante), contiene huesos humanos triturados que han sido desenterrados de tumbas.
Al parecer, el azufre que contiene el tejido óseo en altas concentraciones tiene el potencial de «dar esa sensación de subidón», explicó el doctor Jusu Mattia, del Hospital Psiquiátrico Docente de Sierra Leona, quien ha visto cómo la receta se modifica con el tiempo. «Se trata de un fenómeno en constante cambio», subrayó.
Aunque el Gobierno no publicó cifras oficiales sobre muertes y hospitalizaciones relacionadas con el kush, Ansu Konneh, director de salud mental del Ministerio de Bienestar Social, afirmó que esta sustancia ha afectado al país como ninguna otra droga. «Ya hemos registrado casi 2.000 casos de adictos al kush en 2023 en el hospital. Muchos están muriendo en sus casas y en la calle», dijo anteriormente Mattia.
Entretanto, Prince Bull-Luseni, director de la Red de Políticas de Drogas de África Occidental, considera que sin tratamiento y rehabilitación para la mayoría de los consumidores, «no hay manera de abordarlo». Al mismo tiempo, Habib Kamara, director ejecutivo de una organización sin fines de lucro que busca luchar contra el consumo de drogas, opina que los esfuerzos de las autoridades deben estar enfocados en acabar con la parte superior de la cadena de suministro en lugar de en la persecución a vendedores y compradores.